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Heraldica de la Obra

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EL ESCUDO DEL OPUS DEI

La heráldica nació para
diferenciar guerreros en el campo de batalla. Pero trascendió el ámbito
militar. Así, el sistema heráldico, rápidamente, fue adoptado por todos
los estamentos de la sociedad bajo medieval.

En principio sirvió
para individualizar; para señalar a una persona concreta.
Posteriormente se usó, como aún ocurre en España con la heráldica
gentilicia, para identificar grupos sociales de mayor o menor entidad:
Familias. El cronista don Vicente de Cadenas, en su editorial ?EL
ESCUDITO?, definió lo siguiente: ?El Escudo, es, en España, según
nuestro entendimiento, la prolongación gráfica del apellido,??
Entendiendo, a nuestro parecer, el Rey de Armas el ?apellido? como la
pertenencia a un linaje; es decir la adscripción a un ámbito familiar
más o menos amplio.

Al igual que el vínculo de sangre define, al
menos en sentido amplio, la pertenencia a una familia, el lazo de
religioso define la pertenencia a una familia religiosa, que en general
y dentro del lenguaje canónico se denomina: Familia.

De igual
forma que en el sistema heráldico gentilicio, las diferentes órdenes, y
en general las asociaciones de fieles, sea cual sea el nombre genérico
que hayan recibido (orden, instituto, prelatura?), han creado para sí
desde antiguo y perdurando en la actualidad, señales que se inscribían
en una boca de escudo. De hecho, y como lugar común, varios Romanos
Pontífices pertenecientes a diferentes órdenes tomaron por armas las de
su propia orden o bien añadieron a sus armas familiares las de la
orden, en jefe o en un cortado.

 

 El Opus Dei no tiene escudo de armas que lo represente como prelatura.
Tampoco lo tiene definido la orden de predicadores, pero es común
conocimiento que el escudo que se representa en la fotografía es el que
tradicionalmente se ha asociado a los dominicos: jironado de plata y
sable con cruz flordelisada brochante del uno al otro. Y al igual que
en esta última orden, en el Opus Dei existe un escudo que, sin ser
definido como propio por la prelatura, la identifica.

 

La Obra acaba de cumplir solo setenta y cinco años, pero con menor edad
muchas otras asociaciones de fieles de todo orden ya habían fijado sus
propias armas.

 

El Opus Dei nació el dos de octubre de 1928 en Madrid, en la calle
García de Paredes. Años después, en diciembre 1937, el fundador realizó
un azaroso viaje a través de la provincia de Lérida para abandonar la
zona de España en la que el clero era asesinado y alcanzar, vía
Principado de Andorra, la otra zona de España. En ese duro trayecto a
pié albergó dudas acerca de la conveniencia de abandonar a su suerte a
sus hijos espirituales en la zona de España que dejaba. Consecuencia de
sus inquietudes se atrevió a pedir a María Santísima una señal: recibir
una rosa. Y recibió dicha señal: se trató de una rosa de madera que
encontró, recorriendo las ruinas de la profanada iglesia de Pallerols,
en la Baronía de Rialp. La rosa era de unos 10 centímetros, de madera
estofada, sin tallo, solo la flor. Debió pertenecer a la imagen de
María Santísima del Rosario que tuvo una rosa en la mano y muchas otras
rodeando la imagen, antes de ser quemada.

El encuentro de esa
rosa de madera confirmó su decisión de pasar a la otra zona de España.
Dicha rosa de madera aún se conserva en Villa Tévere, en la calle Bruno
Buozzi de Roma: La sede central del Opus Dei.

Años después,
celebrando Misa en un centro, el catorce de febrero de 1941, San
Josemaría Escrivá ?vio? en el mismo momento cómo los sacerdotes podrían
pertenecer al Opus Dei y cual sería el sello de la Obra.

 

 

Inmediatamente después de celebrar sacó su agenda de bolsillo e hizo un
pequeño dibujo en la hoja del día: El diseño de un círculo, dentro del
cual va una cruz. Poco después, al término de la acción de gracias
explicó: ?Este será el sello de la Obra. El sello y no el escudo?
porque, aclaró, ?el Opus Dei no tiene escudos?, no necesita defenderse
de nadie; en clara alusión al carácter defensivo original de los
primitivos y operativos escudos medievales. Por último añadió:
?Significa el mundo y, metida en la entraña del mundo, la cruz?.

 

Pero el sello no se representó habitualmente de
forma exclusiva. La rosa que encontró en la Baronía de Rialp fue
representada junto al sello; invariablemente por debajo de aquel y en
una proporción muy inferior. Además a dicha rosa se le añadió tallo
breve del que parten dos hojas.

Dicha disposición puede
contemplarse en el frontal de los cientos de altares que el Opus Dei ha
erigido en sus centros por todo el mundo.

Pero
ese conjunto de ?Cruz en la entraña del mundo y rosa con tallo y hojas?
es tratado inexorablemente como señal, cumpliendo así, las palabras del
Santo Fundador: ?La Obra no tiene escudos?.

 

 Diríamos más, la Obra mantiene viva la heráldica con la continua
creación de armas nuevas, y aún más: Existe un cierto celo por esta
ciencia en el Opus Dei.

Personalmente, hemos podido observar la
costumbre, tan española, de decoración basada en la heráldica en varios
centros de la Prelatura. Dichos escudos se representan con esmaltes
dando color a las maderas de las que están confeccionados.

En este mismo sentido heráldico, los colegios, que bajo diferentes
asociaciones, se han creado con dirección de miembros del Opus Dei,
poseen armas perfectamente definidas, la mayoría de buen tono y
mantienen decoradas las estancias de cierta importancia con reposteros
en los que se bordan dichas armas.

 

Manteniendo este principio heráldico, los colegios masculinos tienen
todos el jefe de gules con la nao de plata. Los colegios femeninos, el
jefe de azur con la nao de plata. Abundan los terciados en
faja y en palo y buscan crear, en la medida de lo posible, armas
parlantes en relación con el nombre del colegio. En definitiva un
ortodoxo sistema heráldico, una heráldica viva en tanto se van creando
nuevos centros de enseñanza.

 

 

 Volviendo al tema objeto de nuestro estudio, resulta paradójico que una
organización que gusta de decorar sus casas con escudos que representan
armas y que mantiene una heráldica viva y correcta, no posea para sí
armas definidas.

Pero, como se reseño más arriba, al igual que
ocurre con los dominicos, que sin tener armas fijadas, cualquier
incipiente estudiante de heráldica reconocerá las armas de esta Orden,
en el Opus Dei ya han definido sus armas, esmaltes incluidos, sin
pretender tal cosa.

Esta tesis tiene un breve desarrollo: El
fundador del Opus Dei nació José María Escrivá y Albás. Murió: Monseñor
Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás; en el entreacto de estos dos
hechos tan radicalmente transcendentales llegó a ser marqués de Peralta
(por rehabilitación). Las armas de Escrivá (su apellido de nacimiento)
y sin pretender diferencia alguna creando para sí mismo armas nuevas,
fueron el jaquelado de oro y gulesde quince piezas. No obstante, el rey
de armas don Vicente De Cadenas y Vicent, sí creó armas nuevas para él,
que nunca usó: El mismo jaquelado, pero de treinta piezas o escaques.

 

 Dicho escudo (de quince escaques) puede observarse en el retablo mayor
del Santuario de Torreciudad portado por un ángel. En dicho retablo
también se representan los escudos de los tres restantes apellidos del
fundador: Albás, Corzán y Blanch.

 

En la sede central del Opus Dei en Roma, en varias salas de visitas
también están representadas estas armas, demostrando de nuevo el buen
gusto por la decoración heráldica.

 

El inmediato sucesor del Santo Fundador en el gobierno del Opus Dei
fue don Álvaro del Portillo. Este sacerdote de Madrid, vinculado a la
Obra desde sus orígenes, fue quien recibió de Su Santidad el Papa Juan
Pablo II, en noviembre de 1982, la bula de erección del Opus Dei en
Prelatura Personal, ya que antes se trataba de un Instituto Secular.
Tras ser catalogada como prelatura, se nombró primer prelado al que era
hasta ese momento presidente. Y el 6 de enero de 1991 el Santo Padre
consagró Obispo al prelado.

La Santa Sede no mantiene vigente su
sistema heráldico de 1853 pero varios cánones regulan aún el uso de
armas de los eclesiásticos. La heráldica eclesiástica es universalmente
conocida por el timbre habitual: El capelo con borlas.

 

 Así, don Álvaro del Portillo, (en la fotografía con mitra en la que
aparece el sello y casulla en la que se representa la rosa), como
Obispo titular de Vita, se vio en la necesidad de elegir o bien armas
nuevas o bien mantener las suyas propias gentilicias, que son: En campo
de oro, un castillo de gules, aclarado de azur, puesto sobre ondas de
azur y plata, acostado de dos pinos de sinople, frutados de oro. Al pié
del castillo y atado con cadena de oro un perro pasante de sable con
manchas de plata.

 

 

Como primer prelado de esta institución eclesial pensamos que
debió sentirse forzado a olvidar sus armas gentilicias y optar por la
creación de unas armas que representaran su cargo al frente del
gobierno del Opus Dei.

Los muebles que debía incluir son los que
ya hemos reseñado: La cruz en la entraña del mundo y la rosa de Rialp.
Estos muebles tienen la enorme ventaja de que para cualquier apenas
iniciado en el Opus Dei, son familiares al observarlos habitualmente en
el altar del oratorio.
La disposición de esos muebles en el campo: La habitual; la cruz en lo alto y la rosa, de menor proporción, en lo bajo.

En relación con los esmaltes existían a nuestro juicio dos posibilidades:

Una
primera, relativa a una referencia visual. Para celebrar la Santa Misa,
los altares de los centros de la Obra se revisten de unos manteles que
en sus extremos, pendientes, suelen llevar bordadas las señales del
sello y la rosa. Dichas señales son indefectiblemente de hilo rojo. 

 

 En consecuencia, es una referencia visual muy habitual: el campo de plata,
que es el color del mantel, y los muebles de gules. Esta misma tintura
se puede observar en una fotografía, habitual en los centros, que
refleja al fundador celebrando misa en uno de los oratorios de la casa
central. Al fondo de dicha imagen se puede observar, en la pared que
queda tras el fundador, algo similar a un escudo de armas. Similar
porque se trata de una representación sobre pared de mármol de una
cartela. Cartela que tiene la forma habitual en los escudos italianos,
es decir, con bordes que se doblan hacia el exterior semejando un
pergamino antiguo. En dicha cartela las señales de la Obra están
representadas en gules, sobre campo de plata.

 

 

 Como segunda opción: Escoger como esmaltes los mismos que traía el
fundador en sus armas gentilicias reseñadas más arriba: Oro y gules.
Pero ¿qué esmalte para el campo y cual para los muebles?; aquí, de
nuevo, parece que fue la referencia visual previa la que influyó en la
decisión. Invariablemente, los altares de los centros de la Obra
exponen las dos señales en su frontal. Y siempre, pegando sobre el
mármol del que está hecho el altar, representaciones de estas señales
confeccionadas en metal plateado o dorado. En consecuencia la
referencia visual previa, otorga a los muebles el metal y al campo el
color.

 

Esta segunda opción fue la que eligió don Álvaro, quedando sus armas
como prelado del Opus Dei blasonadas: En campo de gules bezante hueco
de oro cargado de cruz latina de oro con el travesaño horizontal
alzado. En punta rosa de Rialp de oro (o rosa con tallo y dos hojas de
oro). Al timbre capelo de obispo de sinople con seis borlas en cada
lado, de lo mismo.

 

 

 

El escudo de la imagen es el del segundo sucesor del fundador: don
Javier Echevarría, idéntico al que eligió don Álvaro del Portillo salvo
en la diferencia de la añadidura de una filiera de oro.

Es
nuestra tesis y conclusión que las armas que eligió don Álvaro al ser
consagrado obispo se convertirán con los años en las armas de la Obra.

 

 

 He aqui una madera cortada con la forma de boca de escudo español, las armas de
don Álvaro como obispo prelado del Opus Dei. Decenas de miembros de la
Obra que han observado la tabla, han coincidido en definirla como: ?El
escudo del Opus Dei?. Y suponemos que en un futuro no muy lejano
empezarán a contarse entre las relaciones de armas de órdenes
religiosas.

 

San Josemaría Escrivá
Fundador del Opus Dei

ORACIÓN


Oh Dios, que por mediación de la Santísima Virgen otorgaste a San
Josemaría, sacerdote, gracias innumerables, escogiéndole como
instrumento fidelísimo para fundar el Opus Dei, camino de santificación
en el trabajo profesional y en el cumplimiento de los deberes
ordinarios del cristiano: haz que yo sepa también convertir todos los
momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte, y de servir
con alegría y con sencillez a la Iglesia, al Romano Pontífice y a las
almas, iluminando los caminos de la tierra con la luminaria de la fe y
del amor. Concédeme por la intercesión de San Josemaría el favor que te
pido… (pídase). Así sea.

 

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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