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Ver el mundo con otros ojos

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10984089_10205532171657145_4410372025560701114_nMuchos consideran que una bella foto es aquella que muestra un paisaje impresionante, un atardecer en la playa o entre las montañas, la luna sobre algún edificio o escenas llenas de colores brillantes y alegres. Yo creo que hay que buscar algo más que eso, ¿qué es lo que el fotógrafo ve en el mundo?

Después de algunas clases, y tras varios años de ser un apasionado de la fotografía, puedo decir con seguridad que una buena foto no se logra con poner la cámara frente a un atardecer y presionar el disparador. Para lograr una buena imagen hay que ver mucho más allá; no se trata sólo de reproducir el mundo, se trata de hacer ver a otros lo que uno como fotógrafo ve en el mundo.

Este proceso llega a ser complejo por varias razones: primero, uno tiene que dejar de ver con los ojos de siempre, para ver con ojos que se asombran por los secretos y las maravillas que encierran todas las cosas. Desde la majestuosidad que encierra un edificio abandonado, hasta la grandeza que se esconde en un insecto. Ya que uno localizó el sujeto de la foto, hay que aplicar un poco de técnica y composición para asegurarnos de transmitir lo que nosotros vemos a través de la foto que realizamos.

Son esas cosas las que hacen una buena foto, no una sola ni la otra. No se puede hacer una buena foto sólo con una buena técnica o una buena composición, pues aún teniendo la visión clara, hay que saber cómo transmitir el mensaje. Por otra parte, si no hay una visión clara, si no hay un mensaje que transmitir, aún aplicando una buena composición y técnica, la fotografía no transmitirá nada.

Con esto no quiero decir que uno nace con esa visión o que no cualquiera puede ser fotógrafo. Como cualquier habilidad, uno debe desarrollarla. Salir a caminar sin preocuparse demasiado por el lugar al que uno va, limitándose a admirar el paisaje; detenerse a observar alguna planta o algún insecto, las aves que se pasean o comen en los parques; las personas caminando de un lado a otro sin detenerse, mezclados en la muchedumbre que se dirige a su trabajo o a seguir su rutina. Ese realmente es el secreto: observar.

Observar nos lleva más allá de un atardecer en la playa, al final de un día caluroso y agitado con un crepúsculo tan cambiante como el mar en el que se refleja; nos lleva más allá de un campesino, al esfuerzo dedicado diariamente en jornadas laborales largas, con el fin de alimentarse uno mismo y a la familia; nos lleva más allá de un edificio viejo y desgastado, a la representación del tiempo en los objetos, de la memoria que se conserva y no puede compartirse, del recuerdo de una persona que alguna vez tuvo un hogar.

Con algo de dedicación y la disposición de ver el mundo de una manera distinta se logra percibir esa grandeza de todas las cosas; con algo de práctica, se logra transmitir esa visión personal del mundo. Ese, para mí, es uno de los mayores gustos que tengo, compartir lo que percibo y lo que siento a través de las imágenes que guardo en fotografías.

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