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A lo largo de ocho siglos, la
Madre de Dios ha insistido en repetidas ocasiones la importancia de
rezar el Rosario. Justamente la práctica de esta devoción fue una de
las cosas que la Virgen les pidió a los tres pastorcitos portugueses de
Fátima en 1917.
Orígenes
Esta devoción existe desde
1214 cuando María se le apareció a Santo Domingo y le entregó el
Rosario como un arma para convertir a las almas de los herejes y
pecadores.
Sin embargo, en el siglo XIII
el Rosario aún no se rezaba de la misma forma que los católicos
alrededor del mundo lo hacen hoy, sino que simplemente se decía ?Dios
te salve María? y se meditaba sobre la vida, pasión y gloria del Señor.
El Papa Pío V fue el que
instituyó, en 1569, el rezo del Rosario como lo conocemos hoy, es
decir, incluyendo el Padrenuestro, el Avemaría y Gloria, a través de la
bula Consueverunt romaní pontifices.
El 7 de octubre se celebra la
fiesta de Nuestra Señora del Rosario. Esta fiesta se instituyó en 1572
por el Papa Pío V, un año después de la batalla de Lepanto, en la cual
los cristianos vencieron a los turcos musulmanes gracias al rezo del
Rosario.
Forma actual
Hoy, el Rosario consiste en
rezar cincuenta Avemarías en cinco grupos de diez e interponer entre
cada decena un Padrenuestro. Cada Avemaría representa una rosa, de tal
forma que cuando se ha acabado la oración, se tiene una corona de
rosas, de ahí el nombre de Rosario.
Esta oración implica también
meditar los misterios de la vida de Jesús, de la misma manera que se
hacía en el siglo XIII. Los principales sucesos de la vida de Cristo
están comprendidos en cuatro grupos: gozosos, luminosos, dolorosos y
gloriosos.
El Rosario, por tanto, está
compuesto por dos elementos: oración mental y oración verbal. La
primera consiste en meditar los misterios de la vida de Cristo,
mientras que la segunda es la repetición del Avemaría y el Padrenuestro.
Al final del Rosario se
pronuncia la letanía que es un conjunto de invocaciones a la Virgen
María. La que actualmente se reza es la letanía lauretana que tiene sus
orígenes en el siglo XVI en la localidad italiana de Loreto.
A pesar de que el Rosario es una oración muy mariana, en esencia no deja de ser una devoción que tiene como centro a Jesús.
?El Rosario, en efecto, aunque
se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la
cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la
profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un
compendio?, menciona Juan Pablo II en su carta apostólica Rosarium
Virginis Mariae.
Lo que se ha dicho sobre el Santo Rosario
Muchos santos y Papas han sido
los que han insistido en la importancia del rezo del Rosario y lo han
recomendado y propagado a todos los católicos del mundo.
?El Rosario ocupa el primer
puesto entre las devociones en honor de la Virgen y que sirve para
progresar en la fe, la esperanza y la caridad?, dijo el Papa Pío XI en
1937.
Josemaría Escrivá de Balaguer,
santo del siglo XX y fundador del Opus Dei menciona en su libro Forja
que las alegrías, las glorias y las tristezas de María tejen una corona
de alabanzas repetidas incesantemente por los ángeles y los santos en
el cielo; y por los hombres en la tierra.
?Si la Eucaristía es para el
cristiano el centro de la jornada, el Rosario contribuye en modo
privilegiado a dilatar la comunión con Cristo, y educa a vivir teniendo
fija sobre Él la mirada del corazón, para irradiar a todos y sobre todo
el amor misericordioso?, declaró el Papa Benedicto XVI en 2005.
El Rosario, señal de predilección de Dios
Existen quince promesas que
María le entregó al beato dominico Alan de la Roche para las personas
que sean devotas del Santo Rosario:
1. Recibirán muchas gracias.
2. Recibirán mi protección especial.
3. El Rosario será la defensa más poderosa contra el pecado.
4. Crecerán sus virtudes y se harán abundantes sus obras buenas.
5. Las almas que se encomienden a mí en el Santo Rosario, no se perderán.
6. Recibirán fortaleza, obtendrán la misericordia de Dios y no sufrirán la muerte de improviso.
7. Permanecerán en la gracia de Dios y serán dignos de alcanzar la vida eterna.
8. No morirán sin los sacramentos de la Iglesia.
9. Obtendrán todo lo que me pidan
10. Tendrán en esta vida y en la muerte la luz de Dios; y al morir estarán junto con los santos en el Paraíso.
11. Serán librados del Purgatorio.
12. Recibirán mi auxilio en sus necesidades todos los que rezan y propaguen el rezo del Rosario.
13. Obtendrán de mi Hijo la intercesión de toda la corte celestial durante la vida y en la hora de la muerte.
14. Todos los que me rezan serán hijos consentido míos y hermanos de mi único Hijo Jesucristo.
15. La devoción al Santo Rosario es gran señal de predilección de Dios.