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Andres Henestrosa

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Falleció Andrés Henestrosa

El escritor mexicano falleció la tarde del jueves 10 de enero en su casa de la ciudad de México. Nacido en Juchitán, Oaxaca, Henestrosa fue un hombre comprometido con su país; escritor, maestro y político, defensor apasionado de las lenguas y tradiciones indígenas, inculcó el amor a México y permaneció fiel a sus raíces.

Andrés Henestrosa, un clásico moderno.

Andrés Henestrosa nació en Ixhuatán, Oaxaca, el 30 de noviembre de 1906. Sus primeros estudios los realizó en Juchitán y después viajó a la ciudad de México donde cursó la Normal Superior para Maestros y Leyes y Filosofia y Letras en la Universidad Nacional.

En 1929 participó activamente en la aventura vasconcelista; que si no triunfó políticamente sí lo logró en el ámbito cultural del gobierno post revolucionario, que cimentaría la reconstrucción nacional mediante instituciones educativas de gran prestigio, como la Secretaria de Educación Pública y la Universidad Nacional.

Interesado en la difusión y promoción de escritores mexicanos, así como del fomento cultural y educativo, Andrés Henestrosa canalizó esta inquietud en dos revistas que él mismo dirigió. La primera fue El libro y el pueblo, título de evidente perfil vasconcelista; y la segunda, ya como jefe del Departamento de Literatura y Editorial del Instituto Nacional de Bellas Artes, titulada Las Letras Patrias. En el número 1 de esta revista, correspondiente a enero?marzo de 1954, se puede leer en el proemio ?Las Letras Patrias… aspira a servir con dignidad a la cultura de México… tomado del título que don Manuel Sánchez Mármol aplicó con exclusividad a la literatura mexicana del siglo XIX y que Alfonso Reyes hizo extensiva a la historia total de nuestras letras?.

Escritor no es sólo el que escribe libros sino el que difunde la palabra por cualquier medio impreso al alcance del lector. Como escritor al servicio inmediato del lector ?es decir, como escritor de entrega inmediata (léase entrega como generosidad y pasión)?, Andrés Henestrosa realiza esta actividad de manera continua, desde que comenzó a colaborar en los principales periódicos y revistas del país por la década de los 50. Escribió la columna ?Pretextos? en la revista Universidad de México y ?Alacena de minucias? en El Nacional, luego en el suplemento cultural ?Sábado? del periódico unomásuno, con la sección ?La flor en el erial?, que se nutría de textos de Henestrosa.

Tampoco la enseñanza literaria desde el magisterio le es ajena a Henestrosa. Fue profesor de Literatura mexicana e hispanoamericana en la Escuela Normal Superior, en la Escuela Nacional Preparatoria y la UNAM.

Inquieto e incansable, siempre atento, él mismo materia dispuesta a verter sus conocimientos y a trabajar por el desarrollo cultural en cualquier ámbito,- Andrés Henestrosa se ha multiplicado en sus oficios: profesor, periodista, escritor, investigador de historia y literatura, critico, político militante y administrador. Aunque él afirma que hay más variedad y enriquecimiento cultural practicando los oficios de la vida.

Escribe en una autosemblanza, mediante la tercer persona: ?Fue mozo de cuerda, empleado de mostrador, escribiente de juzgado, secretario de enamorados, de enamoradas, quizá fue mejor decirlo. Y a sus horas correveidile, tercerón, por no decir alcahuete; o corre chepe, como en el precario español que habló cuando niño se le dice. A los doce años administró una casa de asignación. Cantor y tocador de guitarra en los fandangos; bravo improvisador cuando se agotaban las coplas que aprendió con sólo oírlas una vez…?

Como servidor público en el área cultural, Henestrosa fue jefe del Departamento de Literatura y Editorial (lo que actualmente es la Coordinación Nacional de la Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes), de 1952 a 1956; fue jefe de prensa del Senado de la República y subdirector de la Biblioteca del Congreso; como político fue diputado federal (1958 y 1964-67) y senador de la República (1982-1988).

Pero su oficio mayor es, sin lugar a dudas, el de las palabras, que como piedras finas descubrió en libros, y al desenterrarlas no ha cesado de pulirlas arduamente. Henestrosa sabe muy bien que las palabras son un tesoro que se comparte. Este trabajo de gambusino generoso lo llevó a formar parte de la Academia Mexicana de la Lengua desde 1964.

Henestrosa gusta de fatigar las calles del centro de la ciudad. Perdiéndose para encontrarse en librerías viejas y nuevas, recorriendo ese laberinto de voces y construcciones antiguas. Pero sus libros delatan su otra querencia, la original, la que lleva a flor de piel y que es la de su ciudad natal, la madre nutricia, la tierra que lo vio nacer. ?Vine a México ?dice en una charla de 1961 en el Palacio de Bellas Artes? a fines de 1922. Llegué aquí el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes. Yo he dicho que no salí de mi tierra, sino que fui arrancado, pero que algunas de mis raíces se quedaron allá…?

Entre su obra destaca el tema indigenista, concretamente el de su región oaxaqueña. Sus libros clásicos, de múltiples ediciones, son Los hombres que dispersó la danza y El retrato de mi madre, libros alabados tanto por Octavio Paz como por Luis Cardoza y Aragón.

No le van a la saga títulos como Ciclo español y tierra indígena o Escritores y predicadores en lengua zapoteca, libros más cercanos a la investigación e historia literaria y cultural; o las prosas periodísticas diversas en las que el autor combina de manera feliz crónica, estampa, nota bibliográfica, apunte, memoria, historia cultural, relato de viaje, y que han sido agrupadas en Una alacena de minucias, Una alacena de alacenas, Páginas preferidas, Divagario.

En esta apretada enumeración de su obra podemos encontrar, al menos, los tres planos de escritura de Henestrosa: el del recreador del mundo mágico y misterioso de la cultura zapoteca, el del historiador y el de periodista.

En el primer plano descansa el autor cuya producción literaria junto con la de Antonio Mediz Bolio (1884-1957) y Ermilo Abreu Gómez (1894-1971) fue llamada por los estudiosos de los géneros literatura indígena moderna; literatura que se alimenta de los testimonios, orales o escritos, provenientes de las culturas maya y zapoteca, y que es recreada por los autores mencionados. Esta escritura dio libros como La tierra del faisán y del venado de Mediz Bolio, Canek de Abreu Gómez y Los hombres que dispersó la danza de Henestrosa. En estos libros reposa el mundo antiguo.

El segundo plano es el del investigador riguroso, el del ensayista. En este tipo de trabajo, la recuperación antropológica y arqueológica, las traducciones, el desarrollo del tema, son importantes. Las fuentes son el indigenismo en estado natural y la explicación de su cosmogonia.

El periodismo, que ocupa el tercer plano, es un oficio más moderno. Este nos entrega a un Henestrosa más cotidiano, al memorialista, el historiador que vivió la vida cultural desde sus inicios antes de que se institucionalizara. En este plano, Henestrosa retrata con palabras lo fugitivo que en sus prosas permanece y dura, dándole él mismo, con la práctica de un género (que podríamos llamar ?alacenas? o ?minucias? o ?divagario? tan personal, al periodismo cultural su verdadera función: que forme (con el manejo del lenguaje preciso y precioso) y que informe (atrapando al momento de lo que sucede).

Andrés Henestrosa es un hombre comprometido con la palabra. Es un enamorado del lenguaje antiguo de sus mayores y un perseverante estudioso del español. El es un buen ejemplo del poder que ejercen los libros en el lector (aprendió español en los libros); el libro estimula, crea, propicia la imaginación y da larga vida, nos vuelve quietos mas danzantes. Henestrosa es un libro abierto al tiempo, un clásico moderno, entendido por clásico aquello donde la cultura profundiza en la tierra y que nos hace caminar seguros en la superficie, ?Yo vengo ?dice Henestrosa? como todos los hombres, de muy lejos, de muy abajo; pertenezco a la despeinada, descalza y hambrienta multitud mexicana, y he peleado, desde que me acuerdo, por ser mañana distinto al de hoy y pasado al de antier; ser distinto cada día ha sido mi lucha, pero siempre con un horizonte y sin dejar de ser aquel que descalzo anduvo en su niñez?.

Andrés Henestrosa es un escritor moderno porque escribe de nuestro clasicismo que se nutre de cosmogonías antiguas y es un escritor clásico porque es cribe como indican los cánones del español que se disfruta, con el lenguaje contante y sonante.

?Tocamos en su prosa madura ?escribe Adolfo Castañón? la madera buena de un árbol solitario que hunde sus raíces en la historia y en la tradición de México y que se eleva noblemente hacia el lirismo y la magia.?

Andrés Henestrosa es sin duda un clásico moderno.

BIBLIOGRAFÍA

Relato
Los hombres que dispersó la danza, s.p.i., 1929
Retrato de mi madre, e.a., 1940; IOC, 1995
Entonces vivía yo en Ixhuatán y me llamaba Andrés Morales (Carta a Cibeles, plaquette), Praxis, 1994

Ensayo
Los hispanismos en el idioma zapoteco (discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua), Academia Mexicana, 1964
Acerca del poeta y su mundo (respuesta al discurso de Alí Chumacero a la Academia Mexicana), 1965
De México y España (colección de artículos, ensayos y cartas), 1974
Espuma y flor de corridos mexicanos, s.p.i., 1977
Prosa presurosa, Gob.del Edo. de Tabasco / ICT, 1991
Benito Juárez: flor y látigo, IOC, 1995
Primores de lo mínimo, una excursión por el Museo Nacional (1939-1940), Gob. del Edo. de Oaxaca / El Nacional, 1996
Mágica y hechicera Oaxaca, Miguel Ángel Porrúa / IOC, 2001
Personas, obras, cosas, CONACULTA, 2003

Epístola
Los cuatro abuelos (carta a Griselda Álvarez), 1960
Sobre el mi (carta a Alejandro Finisterre), 1963
Una alacena de alacenas, Ediciones de Bellas Artes, 1970
Una confidencia a media voz (carta a Estela Shapiro), e.a. 1973
El remoto y cercano ayer. Cuatro cartas autobiográficas, s.p.i., 1979

Biografía
Don Emilio (biografía de Emilio Lanzagorta Unamuno), Gran Enciclopedia Vasca, Bilbao, 1980

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