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Aunque su nombre suene poco conocido en México, Tamara de Lempicka es una de las grandes artistas del siglo XX. Su biografía, dice Roxana Velásquez, directora del Museo del Palacio de Bellas Artes, es fascinante, pero su obra está a la par, pues fue una excelente dibujante, reconocida como la única retratista del Art Decó, es decir, de la década de los años 20 y 30 del siglo pasado.
Por primera ocasión en América Latina, el Museo del Palacio de Bellas Artes abrirá una muestra retrospectiva de esta creadora que tras haber estado en el olvido, ha sido revalorada a través de varias exposiciones en Europa y Estados Unidos, además de que en el mercado del arte su trabajo ha llegado a cotizarse en varios millones de dólares.
La exposición estará abierta al público en general el próximo 5 de junio y ofrecerá un amplio panorama por las diversas etapas que esta artista transitó al reunir 88 piezas, entre óleos, dibujos y fotografías provenientes de colecciones privadas de España, Francia, Estados Unidos y México, así como 10 museos de Francia y el Museo de Varsovia.
Tamara de Lempicka, cuenta Roxana Velásquez, nació en 1898, en un ambiente zarista, aristocrático. Tuvo una educación tradicional que le permitió aprender a tocar piano y viajar por Europa, lo cual fue muy importante porque tuvo contacto con los grandes maestros del Renacimiento.
Se casó muy joven y antes de los 20 años tuvo una hija. En 1917 salió huyendo de San Petersburgo debido a la Revolución Bolchevique, de tal modo que de vivir en un escenario aristocrático, acomodado, primero en Polonia y luego en San Petersburgo, se va a París, donde tuvo que empezar de cero.
Su hermana menor, una arquitecta y diseñadora de interiores, le aconsejó que aprendiera a pintar, pues vio en ella una gran virtud como dibujante. Tamara ya había estado en la Academia de San Petersburgo, pero al llegar a París ingresó a estudiar arte.
Si bien comulgaba con los nuevos lenguajes, Tamara tenía un gran respeto por la tradición, la cual conoció en Italia y París y era una gran seguidora del dibujo. “Era una gran perfeccionista y una mujer capaz de deformar las figuras en el sentido de formar-separar, como los cubistas sintéticos o los post cubistas, y sin embargo tiene esta dualidad, los cuerpos tienen la tradición clásica, son de grandes diagonales, grandes gestos, pero incluye en sus lienzos estos elementos del post cubismo, esos edificios detrás de los retratos o la ventana movida, donde se ve que ella está comulgando con las nuevas vanguardias”, explica Velásquez.
Su primera exposición la realizó en 1922, firmando sus obras como si fuera hombre, con el nombre de Lempicki, perteneciente a su primer marido, el barón Tadeusz Lempicki. En 1926, durante una exposición que realizó en Milán, Tamara conoció a un grupo importante de clientes, quienes serían sus mecenas, pues es importante recordar que ella salió del círculo aristocrático para vivir de su trabajo.
Su vida estuvo llena viajes entre las capitales más importantes del planeta. Se consideraba una mujer del mundo, una mujer de una fortaleza impresionante y una diva que logró exhibir en espacios tan importantes como la Exposición Universal de París, en 1937, donde también se mostró elGuernica, de Picasso, entre otras destacadas obras.
“Era una mujer con un gran éxito, el cual se transformó con la llegada de las guerras. En ese momento ella convenció a su segundo marido de vender sus propiedades en Europa para irse a Estados Unidos, pero ya estaba en contacto con los emigrados, los exiliados y la miseria, lo que le causó una gran depresión y la llevó a hacer una autocrítica en cuanto al glamour, las fiestas que vivía en París o Nueva York, y lo plasmó en su pintura, de tal modo que antes de la Segunda Guerra Mundial, entre 1935 y 1937, empezó a hacer pinturas de carácter social, esas pinturas que casi no se han exhibido, se verán en la exposición del Palacio de Bellas Artes”, indica Roxana Velásquez.
A partir de la década de los años 50 Tamara cayó un poco en el olvido, no exhibía, no vendía. Fue hasta el año de 1970 que la redescubrió Alain Blondel, el primero que le organizó una gran exposición en París. Desde entonces, los museos donde su trabajo es presentado se desbordan de visitantes que quieren conocer sus pinturas.
Tamara de Lempicka murió en marzo de 1980, en Cuernavaca, Morelos. Decidió vivir sus últimos años en México, país que visitaba desde los años 60.
En las obras del último periodo ella decidió autocopiarse y repetir sus piezas más famosas de los primeros tiempos, aunque la vista y el pulso ya no le ayudaban mucho.
“Su temática va de las naturalezas muertas a los retratos Art Decó y las pinturas de temas sociales. Aparentemente ella era una gran frívola. Escribió que los aristócratas la consideraban una mujer fuera de la aristocracia porque se dedicaba a pintar, en tanto que los pintores la creían una frívola porque en su círculo social estaba la feminista Gabrielle “Coco” Channel.
“Sin embargo, en los años 30 y 40 ella se da cuenta de que el mundo tiene muchas caras y que tiene que centrarse en la realidad de los seres humanos, de tal forma que plasma en su pintura la miseria, los emigrados, los niños abandonados, inclusive hace obras religiosas”, precisa la directora del Museo de Bellas Artes.
La exposición Tamara de Lempicka tiene programada una serie de actividades paralelas para que el público conozca más a fondo la vida y la obra de esta destacada pintora. Una de ellas son las visitas narradas dominicales “Recorre con Tamara de Lempicka el glamour de los años 20”, que se llevará a cabo de manera gratuita los días 7, 14, 21 y 28 de junio, a las 12:00 horas.
Para los interesados en conocer las características estéticas del estilo Art Decó, se ofrecerá el taller “Entre las líneas del Art Decó: lo decorativo y lo funcional”, que se realizará de forma gratuita los días 6, 7, 13, 14, 20, 21, 27 y 28 de junio, a las 13:00 horas.
El 23 de junio, a las 18:00 horas, se presentará el catálogo de la exposición Tamara de Lempicka, con un panel de especialistas que se encargarán de dar a conocer la importancia de esta artista en la historia de la pintura contemporánea, como impulsora de la liberación femenina y en este contexto, la trascendencia que tuvieron las mujeres en el cine, la moda, la filosofía, la literatura y el teatro durante la primera mitad del siglo XX.
Finalmente, el Museo del Palacio de Bellas Artes ha organizado un coloquio sobre la obra de Tamara de Lempicka, en el que participarán diversos especialistas. Estas conferencias se ofrecerán el 14 de julio, a las 19:00 horas.