Warning: Undefined array key "banner_ad_width" in /home/recorri/public_html/wp-content/plugins/quick-adsense-reloaded/includes/render-ad-functions.php on line 359

Warning: Undefined array key "banner_ad_height" in /home/recorri/public_html/wp-content/plugins/quick-adsense-reloaded/includes/render-ad-functions.php on line 360

Verdadera Revolución


Warning: Undefined array key "banner_ad_width" in /home/recorri/public_html/wp-content/plugins/quick-adsense-reloaded/includes/render-ad-functions.php on line 359

Warning: Undefined array key "banner_ad_height" in /home/recorri/public_html/wp-content/plugins/quick-adsense-reloaded/includes/render-ad-functions.php on line 360

Una lección de optimismo.

Tengo que confesar que desde niño me impresionó mucho la leyenda pintada en un mural de Diego Rivera que se encontraba en un céntrico hotel capitalino, que a raíz del terremoto de 1985 desapareció.

Allí podía leerse: ?Dios no existe? . Ya desde entonces me preguntaba yo si aquella leyenda -que me parece que no venía a cuento- no echaba a perder la obra de arte. Consulté el asunto con mi mamá. Me explicó que el pintor era ateo. Como nací y crecí en un hogar cristiano, aquella palabra era para mí desconocida.

De hecho, me pareció oír que mi madre me decía que el pintor en cuestión era Mateo, ante lo cual me consideré obligado a aclarar: ?No, mamá. Se llama Diego?.

Años más tarde, cuando cursaba la carrera de Letras en la UNAM, pude comprobar algo que ya presentía desde aquella ocasión: el ateísmo -moda intelectual de los primeros años setenta, que fueron los de mi paso por la Universidad Nacional- no era entre quienes lo profesaban un ateísmo tranquilo, silencioso; más bien, sus partidarios eran amigos de proclamarlo a voz en cuello con oportunidad y sin ella.

Unos meses antes de comenzar mis estudios universitarios, conocí el Opus Dei, a través de un compañero de la preparatoria que me invitó a un centro de la obra. Allí me topé con cosas muy atrayentes: una biblioteca con un rico acervo a mi disposición, y un ambiente de estudio intenso, cosa para mí muy apetecible, pues en mi casa tenía pocas posibilidades de concentrarme por el bullicio que armaban diariamente mis hermanos pequeños.

El ambiente de efervescencia estudiantil que se vivía en la UNAM, provocado por el movimiento del 68, contrastaba con el que se respiraba en el centro de la obra que yo frecuentaba. Un profesor de la UNAM, en plena clase de Sintaxis Latina, nos exhortaba vivamente a tomar parte en el movimiento estudiantil y a abandonar de todo a todo las prácticas religiosas. Esta situación provocó en mí una especie de turbulencia interior.

En esos momentos busqué el consejo del P. Pedro Casciaro, el sacerdote a quien San Josemaría Escrivá encomendó desde enero de 1949 el inicio de la labor apostólica en México. Animado por la franqueza que siempre encontré en él, le expuse la crisis por la yo estaba atravesando.

Don Pedro me reconfortó mucho. Se refi rió brevemente a su experiencia durante la Guerra Civil, sin ningún asomo de resentimiento. No se sobresaltó en absoluto por lo que yo le comentaba, cosa que me dio mucha paz. Me habló de la necesidad de confi ar en que la formación cristiana que estaba recibiendo, que habría de darme las herramientas necesarias para afrontar, sin miedo, el desafío de un ambiente intelectual hostil a las enseñanzas de la Iglesia. Me bastó la serenidad de don Pedro para mantenerme seguro a lo largo de mis estudios de licenciatura y maestría en la máxima casa de estudios.

San Josemaría solía decir que la verdadera revolución se había llevado a cabo hace muchísimos años: Cristo había transformado los modos humanos y chatos de los hombres por un horizonte sobrenatural maravilloso. Esa revolución, al margen de modas intelectuales, sigue siendo vigente para los contemporáneos del siglo XXI. Más allá de cambiar estructuras, se trata de cambiar nosotros mismos.

Han pasado treinta y cinco años de aquella entrevista con don Pedro y mi paso por la universidad. Puedo asegurar que esa sencilla lección de optimismo que en su día recibí no se ha apartado de mi memoria.

Estos gratos recuerdos me vienen a la mente a la vista del aniversario setenta y ocho de la fundación del Opus Dei, el 2 de octubre de este año. A lo largo de poco más de tres décadas vividas en la obra, he podido presenciar cómo, de la forma más natural, se hace realidad en multitud de personas de toda condición la llamada más ?democrática? que ha resonado en esta tierra nuestra: que la santidad está al alcance de cualquiera, pues todos los bautizados estamos llamados a esa meta a través de lo ordinario de cada día.

San Josemaría Escrivá de Balaguer

Facebook Comments