Warning: Undefined array key "banner_ad_width" in /home/recorri/public_html/wp-content/plugins/quick-adsense-reloaded/includes/render-ad-functions.php on line 359
Warning: Undefined array key "banner_ad_height" in /home/recorri/public_html/wp-content/plugins/quick-adsense-reloaded/includes/render-ad-functions.php on line 360
La Casa de Heras y Soto se encuentra en la afamada esquina que forman las calles República de Chile y Donceles. Ubicada en pleno Centro Histórico de la ciudad de México, su origen se remonta a la época colonial. Como muchas de estas construcciones, el esclarecimiento de los hechos sucedidos en torno a ella está cubierto por velos e incertidumbres. Elegida el 8 de julio de 1931 para ser declarada Monumento Histórico, la llamada Casa de Heras y Soto constituye una de las más ejemplares construcciones del arte barroco profuso. Reconocidos historiadores mexicanos, como Justino Fernández y Jorge Alberto Manrique, dedicaron algunas páginas a este notable edificio. El poeta y estudioso José Juan Tablada nos dejó una atenta y detallada descripción sobre los ornamentos que ostentan sus pilastras, portadas y estupenda balconería. Sin embargo, la secuencia de las épocas ha ido modificando los objetos del entendimiento, razón por la cual hoy se hace necesaria una nueva revisión sobre las circunstancias de fundación y existencia de esta notable casona virreinal. La erección de la Casa de Heras y Soto se remonta al siglo xviii. No es conocido el nombre de su constructor. De cualquier forma, se atribuye el diseño y construcción a personajes de la talla de Lorenzo Rodríguez, a pesar de que no existen documentos que aseveren esta suposición.
Este Palacio fue mandado construir hacia 1760 por el capitán sevillano Adrián Ximénez de Alendral, maestro, patrón y veedor en el arte de platería y de su segunda esposa María Antonia Azorín. La obra se atribuye al arquitecto Lorenzo Rodríguez.
En 1769, se celebró en la capilla u oratorio de la mansión la boda de la primogénita María Manuela Ximénez de Almendral y Azorín con el Secretario del Secreto del Santo Oficio de la Inquisición, Adrián Ximénez de Almendral mandó fabricar un pequeño palacio para que sirviera de habitación a su hija.
En 1833, la casa fue rematada por el concurso de acreedores de las propiedades de los doctores José Manuel y Miguel María Abad Ximénez Azorín, nietos del difunto platero. Esta grandiosa construcción se dividió en dos, la casa principal de la calle de Manrique 4, que daba vuelta a la calle de la Canoa, la compró el minero de Guanajuato José Miguel Septién en 34 mil pesos, y la casa contigua a la principal, o pequeño palacio de la calle de Manrique 5, la adquirió el coronel Antonio Alonso Terán.
En 1852, la casa principal fue vendida por los hijos de Septién a Tomás López Pimentel, casado con Mariana de Heras Soto y Rivaherrera, de ahí que el nombre de la casa conocida como la de los Pimenteles cambió, desde principios de este siglo, por el de casa de los condes de Heras Soto. Su hija Concepción Pimentel de Mier y Celis heredó este palacio en 1906, su hija Mariana Mier, casada con Eustaquio Escandón y Barrón, dispuso al morir que la mitad de sus cuantiosos bienes se dedicaran a obras de beneficencia, fundándose la Beneficencia Privada Mariana Mier.
La Casa fue habitada por Don Joaquin García-Icazbalceta casado con Doña Filomena Tranquilina Pimentel y Heras-Soto y su decendencia los García-Pimentel, Blancarte y Fagoaga.
Icazbalceta
Más tarde la casa fue rentada a los Ferrocarriles Nacionales de México, y fue utilizada como bodega del Express. En 1940, el patronato de la Beneficencia vendió el palacio a la Compañía Mexicana de Inversiones en 240 mil pesos, y ésta a su vez lo vendió, en 1972, a las autoridades del Departamento del Distrito Federal, emprendiendo unos años después su restauración y adaptación para albergar las oficinas del Centro Histórico de la Ciudad de México.
La casa número 5 de la calle de Manrique, hoy República de Chile, fue habitada, entre 1865 y 1869, por el historiador y hombre de letras Joaquín García Icazbalceta; posteriormente después de haber tenido diversos usos, permaneció cerrada y abandonada hasta que en 1978 pasó a ser propiedad de la Dirección de Bienes del departamento Central, que se ha encargado de su restauración. Declarado monumento el 9 de febrero de 1931.
Placa: "Aquí nació en 1780 el Conde Don Manuel de Heras y Soto, uno de los que firmaron el acta de la Independencia Nacional".
Dirección de Monumentos Coloniales.
Actualmente es sede del Archivo Histórico de la Ciudad de México.
OBSERVACIONES
El inmueble fue restaurado para albergar el "Consejo del Centro Histórico de la Ciudad de México". El partido arquitectónico original se rescató casi en su totalidad.
Decreto publicado en el D. O. F. del 11 de abril de 1980.
Acta de Independencia de México
Restituida, pues, cada parte del Septentrión al ejercicio de cuantos derechos le concedió el autor de la naturaleza, y reconociendo por inajenables y sagrados las naciones cultas de la tierra, en libertad de constituirse del modo que más convenga a su felicidad, y con representantes que pueden manifestar su voluntad y sus designios, comienza a hacer uso de tan preciosos dones y declara solemnemente por medio de la Junta Suprema del Imperio, que es una nación soberana e independiente de la antigua España, con la que en lo sucesivo no mantendrá otra unión que la de una amistad estrecha en los términos que prescriben los tratados; que entablará relaciones amistosas con las demás potencias, ejecutando respecto a ellas, cuantos actos pueden y están en posesión de ejecutar las otras naciones soberanas; que va a constituirse con arreglo a las bases que en el Plan de Iguala y Tratados de Córdoba estableció sabiamente el primer jefe del Ejército Imperial de las Tres Garantías, y en fin que sostendrá a todo trance y con sacrificio de los haberes y vidas de sus individuos (si fuere necesario) esta declaración hecha en la capital del imperio a 28 de septiembre de 1821, primero de la independencia mexicana".
Los miembros de la Suprema Junta Provisional Gubernativa:
Don Antonio Joaquín Pérez Martínez, obispo de la Puebla de los Ángeles.
Don Juan de O’Donojú teniente general de los ejércitos españoles, Gran Cruz de las Órdenes de Carlos III y San Hermenegildo.
Don José Mariano de Almanza, consejero de Estado.
Don Manuel de la Bárcena, arcediano de la Santa Iglesia Catedral de Valladolid y gobernador de aquel obispado.
Don Matías Monteagudo, rector de la Universidad Nacional, canónigo de la Santa Iglesia Metropolitana de México y prepósito del Oratorio de San Felipe Neri.
Don José Isidro Yáñez, oidor de la Audiencia de México.
Don Juan Francisco Azcárate, abogado de la Audiencia de México y Síndico segundo del Ayuntamiento Constitucional.
Don Juan José Espinosa de los Monteros, abogado de la Audiencia de México y agente fiscal de lo civil.
Don José María Fagoaga, oidor honorario de la Audiencia de México.
Don Miguel Guridi y Alcocer, cura de la Santa Iglesia del Sagrario de México.
Don Francisco Severo Maldonado, cura de Mascota, en el Obispado de Guadalajara
Don Miguel Cervantes y Velasco, Marqués de Salvatierra y Caballero Maestrante de Ronda.
Don Manuel de Heras Soto, Conde de Casa de Heras, teniente coronel retirado.
Don Juan Lobo, comerciante, regidor antiguo de la ciudad de Veracruz.
Don Francisco Manuel Sánchez de Tagle, regidor del Ayuntamiento y secretario de la Academia de San Carlos.
Don Antonio Gama, abogado de la Audiencia y colegial mayor de Santa María de todos los Santos de México.
Don José Manuel Sartorio, bachiller clérigo presbítero del Arzobispado.
Don Manuel Velázquez de León, secretario que había sido del virreinato, intendente honorario de provincia, tesorero de bulas, nombrado en España director de Hacienda pública en México y consejero de Estado.
Don Manuel Montes Argüelles, hacendado de Orizaba
Don Manuel Sotarriva, brigadier de los ejércitos nacionales, coronel del regimiento de infantería de la Corona y caballero de la Orden de San Hermenegildo.
Don José Mariano Sandaneta, Marqués de San Juan de Rayas, Caballero de la Orden Nacional de Carlos III y vocal de la Junta de censura de libertad de imprenta.
Don Ignacio García Illueca, abogado de la Audiencia de México, sargento mayor retirado y suplente de la diputación provincial.
Don José Domingo Rus, oidor de la Audiencia de Guadalajara natural de Venezuela.
Don José María Bustamante, teniente coronel retirado.
Don José María Cervantes y Velasco, coronel retirado. Fue Conde de Santiago Calimaya, cuyo título cedió a su hijo don José Juan Cervantes, por ser incompatible con otros mayorazgos.
Don Juan María Cervantes y Padilla, coronel retirado, tío del anterior.
Don José Manuel Velázquez de la Cadena, capitán retirado, señor de Villa de Yecla(España) y regidor del Ayuntamiento de México.
Don Juan Horbegoso, coronel de los ejércitos nacionales.
Don Nicolás Campero, teniente coronel retirado.
Don Pedro José Romero de Terreros, Conde de Jala y Regla, Marqués de San Cristóbal y de Villa Hermosa de Alfaro, gentil hombre de cámara con entrada y capitán de albarderos de la guardia del Virrey.
Don José María Echevers Valdivieso Vidal de Lorca, Marqués de San Miguel de Aguayo y Santa Olaya.
Don Manuel Martínez Mancilla, oidor de la Audiencia de México.
Don Juan B. Raz y Guzmán, abogado y agente fiscal de la Audiencia de México.
Don José María Jáuregui, abogado de la Audiencia de México.
Don Rafael Suárez Pereda, abogado de la Audiencia de México y juez de letras.
Don Anastasio Bustamante, coronel del Ejército de Dragones de San Luis.
Don Ignacio Icaza, que había sido jesuita.
Don Manuel Sánchez Enciso.
Los miembros de la Regencia del Imperio:
Agustín de Iturbide, Presidente.
Juan O’Donojú, Segundo regente.
Manuel de la Bárcena, Tercer regente.
José Isidro Yañez, Cuarto regente.
Manuel Velásquez de León, Quinto regente.