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artículo intenta ser una modesta reflexión tipo ensayístico sobre lo que se
entiende por Patrimonio turístico. Sin embargo, antes de abordar en el tema es
conveniente una breve introducción (aunque más no sea) de aquello que los
principales exponentes de las ciencias sociales han planteado sobre el
capitalismo y el espíritu de empresa.
{mosgoogle}El siguiente
artículo intenta ser una modesta reflexión tipo ensayístico sobre lo que se
entiende por Patrimonio turístico. Sin embargo, antes de abordar en el tema es
conveniente una breve introducción (aunque más no sea) de aquello que los
principales exponentes de las ciencias sociales han planteado sobre el
capitalismo y el espíritu de empresa.
En ocasiones,
podríase pensar que capitalismo y empresa son conceptos que no pueden ser
concebidos en forma separada. En parte, esto es cierto pero francamente no
siempre ha sido así. El espíritu capitalista como fenómeno de las sociedades
modernas debe ser comprendido dentro de un marco (burocrático) legal-racional
cuya finalidad está apoyada por estrictos y sistemáticos procesos de control.
(Weber, 1985a: 160-169)
Para, uno de
sus investigadores más importantes, Max Weber el espíritu capitalista surge de
la tendencia puritana a la predestinación. Particularmente, su principal desarrollo
se dio en países como Inglaterra y los Estados Unidos influidos por las
doctrinas religioso-morales de los pietistas (respaldadas por un dinamismo
burocrático-racional). (Weber, 1985a: 167) (Weber, 2004b: 38)
En Amitai
Fanfani, la génesis capitalista se remonta a las manifestaciones renacentistas
como fuentes principales del individualismo económico. Luego se extendió en los
siglos XVIII a los países más adelantados de la época de Europa. En base a
esto, la lógica del nuevo movimiento procurará funcionalmente asegurar el
beneficio al mínimo esfuerzo.
Más
específicamente, el capitalismo posee una lógica basada en el cálculo, el
control de resultados y el método reflexivo. Hasta la imposición de esta
doctrina económica no se conocían las tablas de doble entrada y salida
(Sombart, 2005:23). Disciplinas novedosas como la contabilidad o el marketing
(tal cual hoy se estudian) son un fiel producto de la dinámica capitalista de
mercado.
Si bien muchos
otros han legado sus estudios sobre el capitalismo, no es menester ni objetivo
de este apartado (preliminar) realizar un desarrollo teórico extenso por una
cuestión de espacio. Es precisamente la noción de patrimonio aquella que está
hoy en discusión:
En este
sentido, el concepto de patrimonio, y por ende el de patrimonio turístico son
sólo espejismos teóricos de ésta época; y por ser de esta época son un reflejo
de procesos mucho más amplios. ¿Cómo surge el concepto de Patrimonio
turístico?, ¿qué se entiende por patrimonio turístico?, ¿cómo se lo define actualmente?,
¿cuáles son los alcances y limitaciones de ese pensamiento?
La primera
cuestión será (pues) resolver el intrincado laberinto conceptual que encierra
el término patrimonio. Hoy en día la palabra se lo utiliza para designar el
conjunto de bienes tangibles e intangibles que posee un grupo o individuo. De
esa manera, se habla de patrimonio cultura, industrial, etnológico,
gastronómico, educativo, histórico y como no podía ser de otra manera
turístico.
El
concepto de Patrimonio en los romanos
El origen
etimológico de la palabra patrimonio se deriva al latín patrimonium; término
utilizado por los antiguos romanos para los bienes que heredan los hijos de su
padre y abuelos. (Lima Paúl, 2003:45)
Los romanos
(recordemos) manejaban dos conceptos para la herencia dependiendo de la rama
por la cual se la pretendía. Pero como ya hemos distinguido, el patrimonio sólo
se usaba (por derecho paterno). Es decir, que si se descompone el término,
tenemos Patri (padre) y onium (recibido) que significa lo recibido
por línea paterna o por el padre.
Alonso
Indacochea nos explica que en esa época los romanos no poseían un corpus
teórico para hablar del patrimonio. Más bien, lo entendían como un conjunto de
cosas (materiales y corporales) que se transmitían generacionalmente. Desde
esta perspectiva, la figura era exclusiva de los sui juris y
explícitamente excluía a los alieni juris. [1]
Es interesante
notar que estos dos conceptos tenían significaciones totalmente diferentes a
las que se les da en la actualidad. Los sui juris eran personas con
autoridad sobre sí misma y sobre su grupo como por ejemplo el pater familae (padre)
mientras que los alieni juris estaban privados de ese privilegio (hijos
y a veces la esposa).
Las figuras
legales de sui y alieni juris no estaban (in factum) ligadas a la
división de los géneros ni a discapacidades mentales (como más de escritor poco
informado ha intentado hacer creer) sino más bien a un carácter estrictamente
religioso. En ocasiones y bajo ciertas circunstancias las mujeres gozaban de
posibilidad de recibir y transmitir herencias (sobre todo durante la era de
Justiniano).
En este punto
la palabra pater (protector) tenía una connotación sagrada que hacia
referencia a la heredad y a la potestad. Cuando una mujer pasaba de la autoridad
de su padre a la de un hombre externo a la familia se celebraba un rito
religioso por el cual ésta juraba lealtad a los dioses lares de su esposo. La
ceremonia de bodas era extremadamente solemne y en raras ocasiones podía ser
anulada (differatio). De esta manera los antiguos daban idea de aquello que
representaba lo recibido de la madre Matri-onium, –más tarde conocido
como matrimonio (Coulanges, 2005:55-59).
Llegado a este
punto del debate teórico, cabe agregar que no todos los bienes o cosas (res)
estaban sujetos de derecho privado. Para los romanos existían dos tipos de
patrimonios: res in patrimonio y res extra patrimonio. En el primer
caso, esta figura legal abarcaba todos los bienes que conformaban el patrimonio
tales como esclavos, familiares y bienes materiales entre otros; mientras que
el segundo término hacía referencia a los bienes públicos que excedían al
sujeto jurídico; como por ejemplo las plazas públicas. [2]
Caído el
imperio, Europa conocería lo que más tarde se denominaría la edad media; y con
ella una etapa de oscuridad nunca antes experimentada. Luchas intestinas,
monarcas despóticos y abusivos, complicaciones financieras serían parte del
mapa político del continente. Dentro de ese contexto, surge el renacimiento como
un movimiento que rescata los valores humanistas (subjetivos) y los ensalza con
la retórica de lo bello y sublime (admirable). Entre el caos que reinaba surgen
dos ciudades italianas (Venecia y Florencia) que son la cuna del movimiento y
con él todo un nuevo pensamiento que intentaba rescatar lo que alguna vez
habían sido los valores del imperio romano. (Burkhardt, 1985: 149-159)[3]
La
división del trabajo
En su obra
sobre la división del trabajo social, Emile Durkheim establece una
diferenciación entre lo que él llama la solidaridad mecánica y orgánica. La
primera vinculada al derecho represivo da cuentas de las sociedades primitivas
donde la tradición y la religión están presentes en todos los aspectos de la
vida social. Este tipo de grupos se destaca por una baja especialización en la
tarea; su contralor las sociedades modernas basan su estructura en la
solidaridad orgánica cuya máxima expresión es el derecho civil.
A diferencia
del primer caso, en este tipo de grupos la especialización en el trabajo se
observa en grados elevados. Los movimientos de cooperación dentro de las
sociedades modernas se sustentan por el contrato. A medida que este tipo de
sociedades van (gradualmente) aflojando los lazos con la religión se subsumen
bajo la dinámica de diferenciación y especialización profesional. Surgen así,
muchas otras nuevas profesiones que hacen a las necesidades productivas de la
sociedad (Durkheim, 85-125).
Si la tesis de
Durkheim es correcta, no es extraño pensar en la posibilidad de que (desde los
antiguos hasta nuestros días) se haya generado una especie de diversificación y
multiplicación técnico burocrático que no sólo aplica para las profesiones sino
también para en campos de la vida social. En parte, eso explicaría la necesidad
casi compulsiva de los modernos en utilizar un vocablo con significaciones
polivalentes.
Evidentemente,
fue durante siglo decimonónico cuando que el concepto patrimonial comienza a
adquirir un significado diferente al que los antiguos le asignaban. Ya no se
refería a aquel legado paterno sino más bien al objeto plausible de ser
conservado; y como en el arte y en la ciencia la edad media había dejado muchos
objetos de gran valor para ser conservados, surgen los intereses de los museos
y coleccionistas por la adquisición de objetos antiguos.
En la
actualidad el término patrimonio poco tiene que ver con la naturaleza religiosa
que tenía para los romanos sino más bien con la posibilidad de almacenamiento y
administración propia de las sociedades capitalistas o más precisamente con esa
capacidad de restaurar, conservar y almacenar objetos de valor.
En efecto,
actualmente se comprende al patrimonio como el conjunto de bienes (sean estos
materiales o no) que definen aspectos históricos, religiosos, sociales,
gastronómicos, industriales, étnicos y culturales de un determinado grupo.
Este tipo de
proliferación semántica ha generado un sinnúmero de aplicaciones para la
palabra que la hacen lisa y llanamente de naturaleza polisémica. Esto por sí
mismo no es ni positivo ni negativo salvo por la dificultad que implica su
operalización teórica dentro del ámbito sociológico-científico.
No es
desacertada la apreciación de Fernandes Correa cuando señala que el concepto
patrimonio se ha expandido en las sociedades occidentales producto del arte y
la arquitectura, dando origen así al concepto de monumento. Por lo menos, esto
parece ser más marcado por influencia de los idiomas romances y así el concepto
ha fluido por las diversas áreas del conocimiento dando origen a un sinnúmero
de significaciones posibles para la palabra. (Fernandes Correa, 2006:140)
Entre 1975 y
1985 dos importantes investigadores introducen el término patrimonio turístico
dentro de la bibliografía clásica.
En 1978,
Jacobo Heytens le da al patrimonio turístico la condición de imprescindible
para el desarrollo del capital turístico. El autor, comprende por tal al
conjunto de recursos turísticos, humanos, financieros que corresponde y siguen
las lógicas del capital; a saber masa monetaria, tierra y trabajo. (Heytens,
1978:115).
Posteriormente
en 1982 (a través de una publicación de Annals of Tourism Research) se dan a
conocer los aportes P. Gray quien sustentaba una tesis similar al autor
precedente. El patrimonio turístico era condición sin equanón del
desenvolvimiento de la actividad (Gray, 1982: 32).
Claro, que el
uso de la palabra patrimonio en estos días esta sujeta a una normativa
estatutaria ya sea por decreto (en su momento) o por ley nacional. En este
sentido, como adquirida (legal y racionalmente) quedan pocos lugares en donde
poder improvisar un cuestionamiento teórico. Sin embargo, creemos necesario
tomarnos el tiempo de volver a re-significar y explicar las limitaciones que
encierra la definición.
Conclusiones
Como ya se ha
visto hasta ahora, el término patrimonio posee una variante de significaciones
y aplicaciones diferentes. A la ya tradicional definición de patrimonio como
conjunto de bienes se suman otras nuevas que hacen referencia a la posibilidad
de sintetizar elementos de los valores o la cultura.
En la antigüedad
los romanos comprendían al vocablo como aquello que se delega por parte del
padre. Su vínculo a la vida social de ese entonces estaba forjado por la
religión y el culto a los dioses lares. Acorde a esta explicación, las cosas
(res), podían clasificarse res in patrimonio y res extra patrimonio. Aunque
jurídicamente, no existía una codificación precisa para la palabra, los romanos
tenían muy presente la idea de conservación (heredada de los griegos).
Evidentemente,
fue durante siglo decimonónico cuando que el concepto patrimonial comienza a
adquirir un significado diferente al que los antiguos le asignaban. Ya no se
refería a aquel legado paterno sino más bien al objeto plausible de ser
conservado; y como en el arte y en la ciencia la edad media había dejado muchos
objetos de gran valor para ser conservados, surgen los intereses de los museos
y coleccionistas por la adquisición de objetos arcaicos.
El término es
introducido en el turismo (legado de la ciencia jurídica) por primera vez a
través de los estudios de J. Heytens (1978) y P. Gray (1982) donde se hacia
referencia al patrimonio como elemento fundamental de la actividad turística.
Desde ese entonces, un número cada vez mayor de investigadores ha desarrollado
interesantes trabajos relacionados al concepto de patrimonio turístico. Sin
embargo, pocos se han cuestionado realmente (desde un punto de vista crítico)
lo que se entiende por tal.
A diferencia
de la forma que tenían los antiguos de comprender el término, en las sociedades
occidentales modernas se vincula discursivamente a la preservación y al
patrimonio con los conceptos de producción, almacenamiento y control.
Esto, no
sólo que lleva a confusión sino que además pretende ser un alegato en contra
del avance desmedido (voraz) de los intereses económicos. Así, el patrimonio se
convierte en un bastión de legitimidad, identidad, autenticidad y defensa de
los valores culturales frente a la homogeneización (institucionalización) del
régimen capitalista.
En este caso,
lo que, tal vez, los pensadores de nuestra época no comprendan es que ya
estamos insertos en él. Una de las primeras cuestiones que ha
institucionalizado el proceso capitalista es el conocimiento y el uso semántico
de los conceptos. Claro que únicamente, mediante un aporte crítico puede
(volver a) comprenderse realmente los significados que alguna vez nos han
pertenecido. Alienación conceptual podría ser un término útil para abordar el
tema en un futuro trabajo. [4]
Lic. Maximiliano Korstanje
[1] En la tabla cinco: Veteres enim voluerunt feminas etiamsi perfectae aetatis
sint propter animi leviatem in tutela esse ? exceptis virginbus Vestalibus,
quas liberas esse vuluerunt: itaque etiam lege XII tabularum cautum est. Quipus
testaento ? tutor datus non sit, iis lege XII agnati sunt tutores. Si furiousus
escit ast ei custos nec escit, agnatum gentiliumque in eopecuniaque eius
potstas esto. Los ancestros quisieron, así, que las mujeres, incluso adultas,
quedasen bajo tutela en razón de su ligereza de espíritu ? salvo las vírgenes
Vestales que quisieron fueran libres: y así se previene en la ley de las XII
tablas. Quienes no hayan recibido tutor por testamento, por la ley de las XII
tablas tendrán como tutores a sus agnados. Si alguien está loco y no tiene
custodio, que la potestad sobre él y sus bienes sea de sus agnados y gentiles. (Fuente:
Dr. G Fatás, Universidad de Zaragoza. Disponible en http://FyLunizar.es/Hant/index/htlm.
La ley de las XII Tablas. 451-450 A.C. Selección y Traducción.)
2 Con referencia a la relación que existe entre testamento y
virilidad, algunos han intentado vincular a testis con la palabra
testículo. Existe la creencia que al jurar decir la verdad, el hombre romano se
tomaba sus genitales como simbolizando ser capaz de perder lo que sea por su
verdad. De esta forma, se creía que habían nacido los testigos y de ellos los
testamentos, testimonios etc. Si bien, esta hipótesis puede ser elocuente no ha
sido comprobada. Lo real, es que testículo (testiculus) deriva de dos palabras testis
y culus. El primer término deriva Testa (cabeza) y el segundo hace
referencia a un diminutivo. Esto supone (entonces) que testigo es alguien que
se juega su cabeza y no que sólo los hombres podían ser testigos o testar. De
hecho, existe evidencia de que la palabra TESTAMENTUM deriva de la raíz testis, la cual a su vez se descompone en tres más sto. Así, Servio Sulpicio
sentó precedente con testatio mentis algo similar a testimonio de
voluntad y luego fue un término usado por sus seguidores. Otra concepción
etimológica entiende que testamento deriva de testibus mentio (declaración
de testigos). Luego del verbo testor salieron significaciones que hacían
pie en esta teoría. Entre ella la famosa testor omnes deos. (pongo a dios
de
testigo)
3 Jacob
Burkhardt (1985) denomina al renacimiento como el resurgir de la antigüedad y
con él toda una tendencia a la preservación histórico-cultural. En uno de sus
pasajes, el autor destaca ?las propias ruinas de Roma gozaban entonces de
una veneración muy distinta de la que inspiraban cuando fueron escritas obras
como Mirabillia Romae o la compilación de William de Malmesbury (pp.153)? entre
tanto con las excavaciones, aumentó el conocimiento objetivo de la Roma antigua. Ya en tiempos de Alejandro VI se estudiaron los llamados grotesco, es decir,
las decoraciones antiguas de muros y bóvedas, y se encontró en Porto d` Anzo el
Apolo del Belvedere; con Julio II vinieron los gloriosos descubrimientos del
Lacoonte de la Venus vaticana ?después de amargos lamentos sobre la
destrucción, que continuaba aún bajo Julio II, pide al Papa protección para los
escasos testimonios que quedaban de la grandeza y la fuerza de aquellas divinas
almas de la Antigüedad, con cuyo recuerdo se inflaman todavía hoy los que son
capaces de algo grande (Pp. 158) ? Aparte del celo arqueológico, y solemne
emoción patriótica, las ruinas, en sí mismas, como tales ruinas, despertaban
una emoción elegíaco-sentimental. Ya en Ferrara y en Boccaccio encontramos
resonancias de este género. Piggio hace frecuentes visitas al tempo de Venus y
Roma, creyendo que era el de Castor y Pólux ? y con Polífilo aparece muy pronto
la primera imagen de ruinas idealizadas, provistas de la correspondiente
descripción: restos de poderosas bóvedas y columnatas, entre las cuales se
yerguen viejos plátanos, laureles y cipreses y crece una tupida maleza. En la
historia sagrada se hace costumbre ?apenas sabríamos ver por qué razón- representar
el nacimiento de Cristo en las ruinas, lo más espléndidas posible, de un
Palacio. Que, finalmente, la ruina artificial llegara a ser obligada en los
jardines más suntuosos, es sólo una manifestación práctica del mismo
sentimiento?.(Pp. 159).
4 Cuando decimos los significados que nos han pertenecidos, hacemos
referencia al vaciamiento de sentido de las palabras. En efecto, cuando un
término es usado repetidamente y con varias significaciones su sentido original
se pierde. Esto conlleva a un problema mucho más agudo todavía y sin una
compresión cabal del problema que se pretende estudiar todo análisis está
limitado como que loco que viste una camisa de fuerza.
REFERENCIAS
BIBLIOGRAFICAS
- Burckhardt,
Jacob.
1985. La Cultura del Renacimiento en Italia. Madrid: Editorial
Sarpe.
- Coulanges, de
Fustel.
2005. La Ciudad Antigua. Buenos Aires: biblioteca Edad.
- Durkheim,
Emile.
2004. La División del Trabajo Social. Buenos Aires: Ediciones
Libertador.
- Fanfani,
Amitai.
1933. Le Origini dello Spirito Capitalistico In Italia. Milán:
Editorial Vita e Pensiero.
- Fernandes
Correa, Alexandre.
2006. ?Patrimonios, Museus e subjetividades?. Pasos: revista de
turismo y patrimonio cultural. Vol 4 (2): 135-142. Disponible en www.pasosonline.org
- Gray, Peter.
1982. ?The Contribution of Economic Tourism?. Annals of Tourism
Research. Vol 9. (1) Pergamon Press. New York.
- Heytens, Jacques.
1978.
Les Effects du Tourisme Dans les Pays en Vie de Développement. Implications
Economiques. Financières et Sociales. Les Cahiers du Tourisme. Centre des
Hautes Etudes du Tourisme. Provence: Universidad de Marsella.
- Indacochea, Alonso.
2003. ?Patrimonio
en la època romana?. Publicados en Monografías.com.
Disponible en www.monografías.com/trabajos6/roac/roac.shtml.
- Lima Paúl,
Garbiela.
2003. ?Patrimonio Cultural regional: estudio comparativo sobre la
legislación protectora en las 32 entidades federativas mexicanas.? Revista
Derecho y Cultura. (9): 43-98.
- Sombart, Werner
2005.
El Burgués: contribución a la historia espiritual del hombre económico moderno.
Madrid: Alianza Editorial.
- Weber Max
a)
1985. Ensayos de Sociología Contemporánea II. Buenos Aires: Ediciones
Planeta-Agostini.
b) 2004. Ética Protestante. Buenos Aires: Ediciones Libertador.
** Las referencias bibliográficas no incluyen
obras recomendadas. Ellas pueden ser ubicadas en el respectivo pie de página.
** Maximiliano Korstanje es Licenciado en Turismo. Universidad de Morón, Pcia. De Buenos Aires, Argentina.
Idóneo en Turismo. Secretaria de Turismo de la Nación.
Magíster en Sociología. (Cand.). Pontificia Universidad Católica Argentina, Buenos Aires, Argentina.
Vínculo Universitario: Universidad Católica Argentina.
En la actualidad se desempeña como asesor técnico de Ceo en la firma Hertz Argentina, empresa galardonada con el premio Bitácora 2006 a la mejor rentadora de autos de Argentina. (entregado por el periódico El Mensajero Turístico).
Email: maxikorstanje@hotmail.com
Dirección: Billinghurst 488 5 C ? CP 1174 Buenos Aires, Argentina
Telefono 00 54 1565945801
- Como investigador y escritor independiente ha publicado diversos artículos, ensayos y trabajos científicos en las revistas más importantes tales como Atenea Digital de la Universidad Autónoma de Barcelona (España), Antropología Experimental de la Universidad de Jaen (España), 5Campus de la Universidad de Zaragoza (España), La revista latinoamericana de Ciencias Sociales de la Universidad de Manizales (Colombia), Navactiva: la revista de la empresas de Navarra, Ciencias Sociales Online de la Universidad de Viña del Mar (Chile), Revista Turismo y Mercado (Argentina), Aposta Digital (España), Contribuciones a la Economía de la Universidad de Málaga (España), Revista Estudios y Perspectivas en Turismo (Argentina), Revista Internacional de Psicología (Guatemala), Psicología Científica (Colombia), Revista Entorno Empresarial (Venezuela), Gazeta de Antropología de la Universidad de Granada (España), revista Kairos de la universidad nacional de San Luis (Argentina), A parte Rei de la Universitat Ramon Lull (España), Revista Pensando Turismo (Argentina), Sociologia e Política de la Universidad Federal do Paraná (Brasil), Estudios Sociales de la Universidad de Sonora (México), revista procesos históricos de la Universidad de Mérida (Venezuela) entre otras.