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Santa Teresa peregrina, de Juan Correa, pieza del mes en el Museo del Carmen


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El lienzo Santa Teresa Peregrina es la pieza del mes que
exhibe el Museo de El Carmen, de la autoría del prolífico pintor Juan Correa
(1646-1716), nacido en la ciudad de México. El artista que firmara algunos
documentos como ?mulato libre, maestro pintor?, fue contemporáneo de la escritora
Sor Juana Inés de la Cruz,
del historiador y científico Carlos de Sigüenza y Góngora y del pintor
Cristóbal de Villalpando.

  • Pintura de uno de los más importantes artistas novohispanos
  • Relevante aportación americana a la tradición iconográfica de Santa Teresa

{mosgoogle}El lienzo Santa Teresa Peregrina es la pieza del mes que
exhibe el Museo de El Carmen, de la autoría del prolífico pintor Juan Correa
(1646-1716), nacido en la ciudad de México. El artista que firmara algunos
documentos como ?mulato libre, maestro pintor?, fue contemporáneo de la escritora
Sor Juana Inés de la Cruz,
del historiador y científico Carlos de Sigüenza y Góngora y del pintor
Cristóbal de Villalpando.

En este apacible retrato al óleo, se ve a Santa Teresa de
Jesús, también conocida como Santa Teresa de Ávila, en su advocación de Peregrina
pues dedicó parte de su vida a fundar más de 30 conventos de las carmelitas
descalzas en la península ibérica, detalle que el artista novohispano no pasa
por alto pues adelanta el pie derecho de la santa, como seña de identidad.

Mística cuyos escritos le valieron ser la primera mujer
reconocida como Doctora de la
Iglesia
en 1970, Santa Teresa es una de las figuras
preponderantes en la iconografía carmelita por haber impulsado la reforma de la
orden con la fundación de las carmelitas descalzas, con lo que intentó
recuperar la humildad, la disciplina y la devoción, valores cristianos que ya
no se practicaban dentro de la
Orden
de Nuestra Señora del Monte Carmelo o carmelitas, como
también se le conoce.

En la obra de Juan Correa se aprecia a Santa Teresa
Peregrina con sombrero y bordón para sus viajes, además de los tradicionales
elementos carmelitas: el hábito marrón, la capa blanca y las sandalias con el
pie al descubierto. En el pecho lleva una especie de carcaj en alusión a su
éxtasis y transverberación, es decir, al momento en que le visitó un ángel:

           
?Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía
tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y
que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me
dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me
hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este
grandísimo dolor que no hay que desear que se quite. No es dolor corporal, sino
espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Los días
que duraba esto andaba como embobada??

La famosa escultura de Bernini, Éxtasis de Santa Teresa (1647-1652) ilustra
justo este pasaje con una maestría que le consagró como una de las obras
maestras del alto barroco romano. Existe toda una tradición artística que está
dedicada a la religiosa en la que abundan en cantidad y calidad, pinturas,
esculturas y vitrales. La
Nueva España
no podía ser la excepción pues a tierras
americanas llegaron carmelitas descalzos como misioneros.

La propia Santa Teresa escribió después de que fray Alonso
Maldonado, un franciscano que regresaba de las Indias, le refiriera noticias de
aquellas regiones: ?Comenzóme a contar de los muchos millones de almas que allí
se perdían por falta de doctrina. Yo quedé tan lastimada de la perdición de
tantas almas, que no cabía en mi. Fuime a una ermita con hartas lágrimas;
clamaba nuestro Señor, suplicándole diese medio cómo yo pudiese algo para ganar
algún alma para su servicio, pues tantas llevaba el demonio?.

Por voluntad de Felipe II, rey de España, los primeros once
carmelitas llegaron a San Juan de Ulúa el 27 de septiembre de 1585, siendo el
convento de San Sebastián la primera de sus fundaciones el 19 de enero de 1586,
en la capital. En la época de mayor auge de la Provincia de San Alberto
de la Nueva España,
como se le conoce a la representación carmelita en México, entre los siglos
XVII y XVIII, ésta estaba integrada por 500 carmelitas descalzos.

Ese contexto explica el que entre las representaciones que
promovieron los pintores barrocos de la Nueva España, estuviera siempre presente Santa
Teresa. El propio Juan Correa realizó retratos de santos y santas como los de San
Ignacio de Loyola, San José, Santa Rosa de Lima, María Magdalena y San
Francisco de Asís. No es extraño pues, que ejecutara también el cuadro Santa
Teresa Peregrina.

El confesor de Teresa de Jesús nos legó un retrato literario
que resulta interesante contrastar en algunos de sus detalles contra el arte de
Correa:

?Era muy buena de estatura, el cuerpo abultado, el rostro
redondo y lleno, de buen tamaño y proporción; la tez color blanca y encarnada;
de frente ancha, igual y hermosa; las cejas de un color rubio que tiraba a algo
negro, grandes y algo gruesas, no muy en arco, sino algo llanas; los ojos
negros y redondos y un poco carnosos; no grandes, pero muy bien puestos, vivos
y graciosos. La nariz pequeña y no muy levantada de en medio tenía la punta
redonda y un poco inclinada para abajo; las ventanas de ella arqueadas y
pequeñas?.

?La boca ni grande ni pequeña; el labio de arriba delgado y
derecho; y el de abajo grueso y un poco caído, de muy buena gracia y color; la
barba bien hecha; las manos pequeñas y muy lindas. En la cara tenía tres
lunares pequeños al lado izquierdo. Toda junta parecía muy bien y de muy buen
aire en el andar, y era tan amable y apacible, que a todas las personas que la
miraban aplacía mucho.?

Santa Teresa Peregrina de Juan Correa, puede admirarse en la
entrada del Museo de El Carmen, localizado sobre avenida Revolución, esquina
con Monasterio, frente al Centro Cultural San Ángel, en el Antiguo Colegio de
los Carmelitas. Más informes al teléfono 5616-7477. Horario: de martes a
domingo, de las 10:00 a las 17:00 horas.

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