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La Ciudad Universitaria y sus arquitectos


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Una de las acciones más audaces y visionarias de la Universidad
Nacional Autónoma de México ha sido la de edificar la Ciudad
Universitaria, misma que en la actualidad ha sido reconocida como un
hito dentro de la arquitectura mexicana del siglo XX.
Archivo Fotográfico ?Manuel Toussaint? del IIE. Vista de la explanada. Foto: Juan Guzmán.

Una de las acciones más audaces y visionarias de la Universidad
Nacional Autónoma de México ha sido la de edificar la Ciudad
Universitaria, misma que en la actualidad ha sido reconocida como un
hito dentro de la arquitectura mexicana del siglo XX. El campus
de la Ciudad Universitaria fue declarado Patrimonio Cultural de la
Humanidad, por la UNESCO, el 29 de junio de 2007. Gracias a la visión
de los promotores, diseñadores y constructores este conjunto ha podido
enfrentar, en los últimos cincuenta y siete años, el enorme crecimiento
al que se ha visto sometida la construcción original. Proyectada para
albergar las actividades de treinta mil alumnos, en la actualidad su
población estudiantil se ha visto cuadruplicada. También han recibido
un sensible desarrollo las áreas de investigación en ciencias y
humanidades, así como en el terreno de la cultura.

Archivo Fotográfico ?Manuel Toussaint? del IIE. Foto: Saúl Molina.
Ya desde principios del siglo pasado existía una
preocupación por establecer una sede definitiva que agrupara a las
diversas escuelas, a la vez que ofreciera espacios adecuados a las
labores docentes; sin embargo, hubo que esperar a mediados de siglo
para que se conjuntaran una serie de factores históricos, económicos y
culturales que propiciaron el nacimiento de tan esperada casa de
estudios. Dentro de los antecedentes directos de la magna empresa que
significa construir una ciudad universitaria, cabe destacar, en 1928,
la tesis profesional de Mauricio M. Campos y Marcial Gutiérrez
Camarena, quienes planteaban este desarrollo académico en la zona de
Huipulco.  Años después, siendo rector Salvador Subirán, el 11 de
septiembre de 1946 concluyó la expropiación del amplio predio que hoy
ocupa la UNAM. El origen volcánico del suelo había impedido la
urbanización de la zona, ya que ofrecía características muy especiales
de vegetación y fauna. Sin embargo, el interés que por ese entonces
despertaba el nuevo fraccionamiento Jardines del Pedregal de San Ángel,
proyectado por Luis Barragán, propició la aceptación del emplazamiento
para la nueva Ciudad Universitaria, un terreno de grandes dimensiones
cruzado por una de las principales arterias de la ciudad, la Avenida de
los Insurgentes.
Archivo Fotográfico ?Manuel Toussaint? del IIE. Facultad de Medicina. Foto: Saúl Molina.
En el proceso inicial para la realización del proyecto del
inédito conjunto, es preciso recordar que en 1947 los dirigentes de la
Escuela de Arquitectura de la UNAM optaron por realizar un concurso
interno de ideas entre los profesores: Augusto H. Álvarez, Mauricio M.
Campos, Enrique del Moral, Javier García Lascuráin, Marcial Gutiérrez
Camarena, Vladimir Kaspé, Alonso Mariscal, Mario Pani y Augusto Pérez
Palacios. El jurado lo constituyeron los propios participantes, quienes
designaron a Pani y a Del Moral como triunfadores; asimismo, decidieron
que ambos, acompañados por Mauricio M. Campos, realizaran no sólo un
anteproyecto de conjunto, sino que en él se integrara el diseño de cada
uno de los edificios programados, realizado por equipos de profesores y
alumnos, para presentarlo a un concurso que convocaba la Universidad,
del cual resultaron ganadores. De manera paralela los estudiantes
Enrique Molinar de quinto año y Teodoro González de León y Armando
Franco de cuarto, propusieron un croquis del conjunto que se consideró
para que los directores del proyecto lo integraran a la propuesta
final. Con el fallecimiento poco tiempo después de Mauricio M. Campos,
Pani y Del Moral se encargaron de la adecuación del citado anteproyecto
así como de una maqueta que fue presentada al Presidente de la
República, Miguel Alemán, con lo que oficialmente, en 1949, les fue
encargado el proyecto final y la coordinación de los equipos de
arquitectos que se responsabilizaron de cada uno de los treinta
proyectos, ejecutados por casi un centenar de profesionistas. Aquí
resulta interesante anotar que María Stella Flores tuvo a su cargo la
Jefatura del Taller del Proyecto de Conjunto, lo que le otorga un sitio
relevante en la realización y coordinación de los proyectos, siendo una
de las primeras mujeres que destacaron en el campo de la arquitectura
en México.
Archivo Fotográfico ?Manuel Toussaint? del IIE. Foto: Juan Guzmán.

Finalmente, resultó de fundamental importancia la designación de Carlos
Lazo como Gerente General para administrar e impulsar la construcción
de la Ciudad Universitaria, por su entusiasmo y energía. Efectivamente,
la primera piedra fue colocada el 5 de junio de 1950 y la obra fue
inaugurada el 20 de noviembre de 1952, a escasos dos años de su inicio;
sin embargo, sólo fue en febrero de 1954, para el principio del año
lectivo, cuando iniciaron las labores docentes en el nuevo conjunto.

Volviendo a los arquitectos autores del proyecto de conjunto, podemos
señalar que el carácter distintivo de la obra de Enrique del Moral se
encuentra en la fusión de sus conceptos e ideales en materia
arquitectónica con sus intervenciones en el campo de la construcción.
Las enseñanzas de José Villagrán García en la Escuela de Arquitectura,
así como una temprana colaboración en el taller de su maestro, le
abrieron a Del Moral las puertas del funcionalismo y de las nuevas
tendencias contemporáneas. Sin embargo, este arquitecto juzgó
importante revestir los huesos de las estructuras con elementos
sustentados en los factores climáticos, socioeconómicos y culturales,
rehusándose a copiar servilmente los modelos erigidos en otras regiones
y otras circunstancias. Desde sus primeras realizaciones, se propuso
expresar las características privativas de México dentro del contexto
internacional. Para superar el funcionalismo radical, Del Moral logró
expresar sus inquietudes personales; así, su obra se aprecia actual,
moderna y enfatiza un arraigo local y una preocupación social.
Paralelamente, realiza una fecunda labor docente al sumar una serie de
publicaciones donde expresa su posición ante su oficio. Su principal
interés estuvo siempre en una adecuada integración de la expresión
nacional profunda, proponiendo la adaptación al entorno y a las
necesidades de las mayorías, donde destacan ejemplos como el Mercado de
la Merced de 1975, y un buen número de hospitales en la década de los
años sesenta; en estos casos se abocó a resolver problemas específicos
dentro del campo del abastecimiento o de la salud, sin abandonar su
preocupación socioeconómica ni claudicar en sus ideales estéticos.

Archivo Fotográfico ?Manuel Toussaint? del IIE. Estadio olímpico. Foto: Martín L. Vargas.
Dentro de las vertientes del trabajo de Mario Pani, sobresale su labor
en el campo de la planificación y la urbanización, al frente del Taller
de Urbanismo, donde José Luis Cuevas y Domingo García Ramos tuvieron un
papel destacado. Se inicia con una propuesta audaz que se vio coartada
por la falta de visión de gobernantes e inversionistas: la magna
glorieta Reforma-Insurgentes, de 1945. Una variante de estos planes
para un sector de la ciudad es la de las unidades habitacionales, donde
se establece el concepto de la ?supermanzana?. Aquí se dejan de lado
las pequeñas calles que siguen la traza virreinal, para retomar las
ideas proféticas de Le Corbusier en la ?Ville Contemporaine? o la
?Ville Radieuse?, que proponen una visión urbanística en armonía con la
nueva forma de construir y de vivir.

Por otra parte se
debe de tomar en cuenta que el plan maestro de la Ciudad Universitaria
fue concebido para una zona aún sin urbanizar. Aquí los autores se
basaron en una serie de conceptos similares a algunos anteriores,
especialmente las supermazanzanas, además de plantear nuevas nociones
como las vialidades, tomadas estas últimas de las propuestas del
Sistema Herrey; se trata de ?un sistema vial giratorio continuo que por
su simpleza, economía y adaptabilidad a los sistemas de habitación en
las (…) supermanazanas, nos ha servido, seguramente en México más que
en otros países, para resolver (…) los problemas viales de las
últimas realizaciones… La Teoría se basa en la supresión del crucero,
encauzando las corrientes viales en un solo sentido?.Estas propuestas
otorgan al plano de conjunto un aspecto singular, donde desaparece la
línea recta del primer anteproyecto para privilegiar un sentido
orgánico en calles y avenidas; además resulta fundamental destacar que
este tipo de vialidad incrementa la seguridad de los automovilistas a
la vez que favorece una circulación expedita, evitando los
congestionamientos.

Archivo Fotográfico ?Manuel Toussaint? del IIE. Pabellón de Rayos Cósmicos y facultad de Química. Foto: Juan Guzmán.

Por otra parte, se puede decir que Mario Pani tuvo buen número de
vinculaciones con otros colegas en las cuales, en la mayoría de los
casos, prevaleció su estilo y personalidad; se trata de una expresión
contemporánea de visos europeizantes, siempre basado en los principios
inflexibles del funcionalismo y en la búsqueda de los adelantos
tecnológicos y de materiales. También se puede agregar que su propia
evolución es notoria en cuanto a los resultados plásticos, transitando
de un estilo académico hacia una expresión más contemporánea e
internacional, donde la influencia de arquitectos de Norteamérica, como
Ludwig Mies van der Rohe o Richard Neutra, se hace patente.

De sus diversas asociaciones profesionales, tal vez la más
prolongada y prolífica fue la que mantuvo con Enrique del Moral. Prueba
de su afinidad son los edificios de la Secretaría de Recursos
Hidráulicos y la Torre de la Rectoría de la Ciudad Universitaria,
1950-1952, de gran modernidad y fuerte presencia urbana, y a la que
volveremos más adelante. Un capítulo importante de esta sociedad se
escribió en el puerto de Acapulco donde realizaron, a principios de la
década de los cincuenta, el Aeropuerto, la Plaza de Toros, diversos
hoteles y varias residencias vacacionales; en estas obras cabe destacar
lo acertado de las propuestas al tomar en cuenta el clima y las
condiciones locales, logrando un nuevo lenguaje que se adecua a este
tipo de entorno. 

Retomando el tema de la arquitectura de la Ciudad Universitaria, es
preciso mencionar que la Torre de la Rectoría estuvo a cargo de Pani,
Del Moral y de Salvador Ortega; consta de estacionamiento subterráneo,
planta baja con la sala de trámites escolares anexa, mezanine y doce niveles; tanto por su localización como por su elevación, se
presenta como la estructura más notoria del conjunto, tal y como
corresponde a la dignidad de su destino. Como el resto de los edificios
de la CU, se trata de una obra que se inscribe claramente dentro del
estilo conocido como arquitectura internacional pero con una clara
inclinación hacia los presupuestos lecorbusianos. Sin embargo, en este
caso en particular, encontramos una búsqueda dentro de la identidad
nacional, tanto por utilizar algunos materiales como el onix para
algunas ventanas como, muy especialmente, por apostar a la integración
plástica en colaboración con David Alfaro Siqueiros.

Archivo Fotográfico ?Manuel Toussaint? del IIE. Auditorio Alfonso Caso. Foto: Martín L. Vargas.
Además, Pani participó con Del Moral en el proyecto de los Campos
Deportivos de entrenamiento, los Vestidores para varones y algunas
casetas aisladas, y con Salvador Ortega en el Multifamiliar para
Maestros.En este último caso se trata de lo que podríamos considerar
como prototipo de unidad habitacional para los profesores de la Magna
Casa de Estudios; un interesante edificio de ocho pisos retoma la
propuesta del Conjunto Urbano Miguel Alemán, presentando departamentos
en dos niveles.

También resulta importante anotar
los nombres de los arquitectos que participaron en los diversos
proyectos, a manera de un reconocimiento a su labor, así sea sumario.
Dentro de los edificios escolares, además de los ya mencionados, se
cuentan, para la Biblioteca Central, Juan O?Gorman, Gustavo M. Saavedra
y Juan Martínez de Velasco; Museo, Instituto de Arte y Escuela de
Arquitectura: José Villagrán García, Alfonso Liceaga y Xavier García
Lascuráin; Facultad de Ciencias e Institutos: Raúl Cacho, Eugenio
Peschard y Félix Sánchez Baylón; Facultad de Filosofía y Letras e
Institutos: Enrique de la Mora, Enrique Landa y Manuel de la Colina;
Escuela de Jurisprudencia: Alonso Mariscal y Ernesto Gómez Gallardo;
Escuela de Economía: Vladimir Kaspé y José Hanhausen; Escuela de
Comercio y Administración: Augusto H. Álvarez y Ramón Marcos; Escuela
de Ciencias Políticas y Sociales: Max Amábilis, Francisco Calderón y
David Muñoz; Escuelas de Ciencias Químicas: Enrique Yánez, Enrique
Guerrero y Guillermo Rossell; Escuela de Ingeniería, Instituto de
Biología: Francisco J. Serrano, Luis MacGregor Krieger y Fernando
Pineda; Escuela de Medicina: Domingo García Ramos, Homero Martínez de
Hoyos; Roberto Álvarez Espinoza, Pedro Ramírez Vázquez, Ramón Torres y
Héctor Velázquez; Escuela de Odontología: Carlos Reygadas, Silvio
Margáin Gleason y Jesús Aguilar; Escuela de Veterinaria: Félix Tena,
Fernando Bárbara Zetina y Carlos Solórzano; y Pabellones de Física
Nuclear, Rayos Cósmicos y Gravitación: Jorge González Reyna y Félix
Candela. En el terreno deportivo o de esparcimiento: Jorge Rubio,
Eugenio Urquiza y Carlos B. Zetina, Club Central; Baños y Vestidores de
mujeres y piscina de natación: Félix T. Nuncio M., Ignacio López
Bancalari y Enrique Molinar; Estadio Olímpico: Augusto Pérez Palacios,
Jorge Bravo y Raúl Salinas; Frontones: Alberto T. Arai. Sin olvidar que
los puentes y pasos a desnivel estuvieron a cargo de Santiago Greenham
y Samuel Ruiz García.

Archivo Fotográfico ?Manuel Toussaint? del IIE. Torre de Rectoría,
Foto: Maricela González Cruz Manjares.

Además hubo una serie de obras que no se llegaron a
realizar, tanto por la premura del tiempo con que se debió construir el
conjunto, como por los consabidos problemas económicos: Aula Magna de
Carlos Obregón Santacilia y Mauricio Gómez Mayorga; Unidad Tipo
Habitación para estudiantes de Enrique Carral y Manuel Martínez Páez;
Edificio del Departamento del Distrito Federal para habitaciones de
estudiantes de Jorge L. Medellín, Antonio Serrato, J. Martín Cadena y
Roberto Medellín; Centro de Higiene de Emilio Méndez Llinas y César
Novoa; Iglesia de Ricardo de Robina; Servicios Generales de Marcial
Gutiérrez Camarena, Panuel Pizarro y Rolando Gutiérrez; Casino y
Gimnasio de Antonio Pastrana y Raúl Fernández; y Jardinería de Luis
Barragán y Alfonso Cuevas Alemán.

Archivo Fotográfico ?Manuel Toussaint? del IIE. Biblioteca Central.  Foto: Martín L. Vargas.

            En suma, la Ciudad Universitaria de la UNAM es uno de los
conjuntos más significativos de nuestro país, debido a sus aportaciones
tanto arquitectónicas como urbanas; efectivamente, buen número de
historiadores de la arquitectura coinciden en reconocerla como la obra
más importantes del siglo XX, ya que en ella coinciden tanto las
principales aportaciones de la primera mitad del siglo pasado como los
gérmenes de las propuestas por venir, en especial dentro de la búsqueda
de una identidad nacional. En su diseño y construcción empeñaron lo
mejor de sus conocimientos los principales arquitectos e ingenieros de
esa época, para lograr un ejemplo singular de arquitectura mexicana,
mismo que puso a nuestra nación a la cabeza de América Latina, tanto en
lo que se refiere a la creación arquitectónica como en el terreno de
los estudios superiores y la cultura.
 

* Louise Noelle es investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.. Es autora, entre otros libros, de Teodoro González de León, la voluntad del creador (Somosu-Escala, 1994), Agustín Hernández (Gustavo Gili, 1995), Vladimir Kaspé, reflexión y compromiso (Universidad La Salle, 1995), Luis Barragán. Búsqueda y creatividad (UNAM, 1996).

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