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desdemiventana
Sin imaginarme lo que me esperaba, le di una oportunidad a la aventura y sin nadie que me acompañase, viaje hacia una isla, no muy grande pero muy agradable y bonita. Su nombre es isla Isabel y se encuentra cerca de las costas de Nayarit. Es una isla mágica, cada amanecer es único y diferente. Con verde vegetación y bella fauna, ya que alberga al famoso bobo de patas azules, especie en peligro de extinción.

Además de que también habitan otras especies como los rabejuncos y las fragatas, son aves muy interesantes. Los primeros días exploré el lugar, para lo cual me lleve como 10 días, me hice amigo de algunos pescadores con los que me llevaba muy bien, me invitaban a comer o yo a ellos y me llevaban a pescar, la verdad es que son muy buenas personas. Y les llegue a tomar mucho cariño, pues después de haber permanecido en ese lugar durante dos meses ellos se convirtieron en mi familia. Me gustaba mucho caminar por una de las playas más bonitas de la isla, se llama playa Monas, la arena es muy fina con muchos pedazos de coral blanco, y el agua mas azul y transparente que he visto en mi vida, se llama así por que hay unas piedras muy grandes en el mar que de lejos asemejan unas monas gigantes.

Allí me asoleaba a veces con muy poca ropa o con nada, era libre de hacerlo. En algunas ocasiones me iba a bucear y me sumergía hasta los tres metros o cuatro de profundidad y esnorquelear era mi actividad favorita. Un día mí sueño se hizo realidad, un grupo de buzos que iba de Vallarta me invito a sumergirme con ellos.

Hasta los 20 metros. Andaba vuelto loco de emoción, ya que nunca había experimentado tal sensación en mi vida, pero por la misma emoción que tenía mi corazón latía con fuerza, y por lo tanto respiraba muy rápido, lo que provocó, que el oxigeno se me terminara antes que el resto del grupo, así que tuve que salirme 15 minutos antes de lo planeado.

Pero esto no me impidió disfrutar de todas las maravillas submarinas que encierra la isla. Mi comida era enviada con la marina cada 15 días, y como es de imaginarse esperaba con muchas ganas esa embarcación. En una ocasión llegó un barco con canadienses, altos y con buen cuerpo, se bañaban en las playas de la isla y se tendían a tomar el sol. Y como yo era el guardaparque, me pidieron permiso para anclar cerca de la isla, petición que no pude negarme. Me pidieron también que les vendiera un polluelo de bobo patas azules, cosa que me negué rotundamente, ya que es delito vender propiedad de la nación.

Nuca voy a olvidar una madrugada en la que un fuerte ruido me despertó, cuando levante instintivamente la cabezada de mi almohada, sentí como las arenitas de la playa golpeaban contra mi cara, se trataba de un fuerte viento, nunca había sentido tremenda fuerza invisible. Dormí como pude y al despertar vi que todo estaba cubierto de polvo, pero el aire estaba en calma, el aire había tirado algunas palapas de los pescadores y estos no pudieron dormir debido al intenso aire ya que debían cuidar sus pangas (lanchas), para que no se golpearan entre si.

El día que mas tuve miedo en ese lugar fue también en la madrugada cuando un ruido estrepitoso, como si disparan un cañón, me despertó, llovía poco pero los truenos y relámpagos eran muy intensos. Me puse de pie y mire por la ventana del cuarto donde dormía y vi a lo lejos un rayo que cayó en el mar. Aquel fue un espectáculo fuera de serie.

En una ocasión tuvimos visitantes de Guadalajara, unas personas muy amables y a pesar de que esta prohibida la introducción de bebidas alcohólicas, introdujeron una botella de whiskey, dos de tequila, así como marihuana. Esa noche nos invitaron y al mes de estar allí pues se antojaba un buen trago, así que a pesar de las reglas, terminamos muy tomados.

Al cabo de un rato alguien saco un cigarro de marihuana y más por curiosidad que por ganas, le di algunas fumadas. Sentí que la isla se abría y me hundía hasta el fondo del mar. No podía más y me levante, salí a la playa y lo primero que vi fue la luna grandota y blanca, parecía como si se fuera a caer encima de mi, y las olas del mar a ratos como si se detuvieran y otro tanto como si quisieran alcanzarme o se hicieran como gigantes.

Un arbolito del cuál me sujeté parecía que cobraba forma humana. Vomite todo lo que pude y la cabeza me daba muchas vueltas, a veces sentía como que flotaba o como si un píe lo tuviera más grande que el otro. A veces parecía como si se moviera todo el piso, como si estuviera caminando en el mar.

Me fuí a la cama y me quede dormido desperté al medio día con mucha sed y dolor de cabeza, y me dije “jamás lo vuelvo a hacer”. Pero como todo lo bueno se acaba esos dos meses pasaron cada día cada atardecer ahora solo permanecen en mi memoria, cada paso cada sueño me lleva a ese mismo lugar.

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