Preso por la belleza de Necaxa

En el municipio de Juan Galindo, ubicado al norte del estado de Puebla se encuentra una de las presas más importantes del país, la cual ayuda a funcionar a la planta hidroeléctrica de Tepexi. Esta planta se ubica al fondo del voladero en donde la caída del agua le da esa fuerza que mueve a las turbinas.

Hice un viaje desde la capital del estado, mi familia y yo visitamos a unos tíos que viven a orillas del voladero en una colonia que casualmente se llama El Salto.

Durante el viaje de ida, iba planeando los lugares más bonitos que podría visitar, lugares como la propia presa de Necaxa, la de Tenango, Nexapa y algunas viejas instalaciones.

En el camino no encontramos nada extraordinario excepto los paisajes que a lo largo del camino se nos mostraban.

Cuando llegamos a Nuevo Necaxa me separé de mi familia para visitar a un amigo que hace tiempo no veía. Al poco rato me despedí y entonces fui a convivir con mi familia hasta entrada la noche.

Ya había pensado salir temprano a disfrutar de los paisajes y aprovechar la luz de la mañana, entonces salí de casa con un primo quien fue el que me guió por  un camino que descendía por la parte trasera de su casa aproximadamente unos doscientos metros.

Ahí se encuentra una plataforma que parece estar fuera de servicio en la que hay unos utensilios viejos?

Cuando emprendimos el descenso, salimos abrigados porque hacía un poco de frío pero mientras avanzábamos la vereda la temperatura iba en aumento poco a poco.

Como a los cien metros se sentía un calor insoportable, producido quizá por la caminata o por la humedad que en el ambiente había.

Después de veinte minutos de descenso caminamos sobre la plataforma para admirar las bellezas naturales, las montañas a lo lejos y la caída del agua que pasa por los tubos que vienen desde la presa de Necaxa y luego salen a un río, este llega al voladero y se ve una pequeña y alta cascada; ahí, el agua tarda en caer aproximadamente veinte segundos.

Nos adentramos en un camino más amplio al lado contrario de la plataforma, llegamos a una zona derrumbada en la última temporada de huracanes, caminamos sobre las enormes rocas y llegamos a un lugar donde se hace extenso el río y pierde fuerza. Descansamos un poco y empezamos nuestro camino de regreso.

Ya acalorados, nerviosos y algo cansados, la subida fue devastadora, el sol calentaba más y nos esperaban más de doscientos metros de ascenso. Cada dos o tres minutos yo volteaba hacia arriba pero el camino no tenía fin. Así me fui hasta que por fin vimos el terreno plano el cual estaba sembrado de pinos por el cual empezamos nuestra aventura.

A pesar del cansancio y el calor, estoy muy contento porque no tuvimos peligros durante el camino aunque corríamos el riesgo de encontrarnos  con animales ponzoñosos.

Tuve una de las mayores cansadas que yo recuerde no importó, porque disfruté la belleza del lugar.

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